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Predeterminado Los riesgos para la salud (que no conocías) de las dietas hiperproteicas

¿Qué mayor atractivo para un plan de adelgazamiento que una dieta que reduce el apetito? Sin embargo, esta cualidad de las dietas hiperproteicas puede conllevar efectos no deseados

Ahora que por fin hemos puesto el punto final a los excesos navideños, toca subirse a la báscula y tomar alguna que otra decisión. Y es que el aumento de peso corporal, resultado de las innumerables cenas, comidas y celebraciones varias de las últimas fechas, se estima que oscila entre los tres y cinco kilos.

Una dieta hiperproteica es la que supera 1 g de proteína al día por cada kg de peso corporal


Llegados a este punto, lo más conveniente es ponerse en manos de un dietista-nutricionista que evalúe nuestro estado en concreto, las circunstancias personales de cada uno, establezca objetivos reales y, por supuesto, que diseñe y supervise la estrategia dietética a seguir.

Una dieta, sobre todo, saciante

Entre las numerosas vías de adelgazamiento, una de las dietas que más se han seguido en los últimos años es la que prioriza el consumo de alimentos ricos en proteínas, esto es, la dieta hiperproteica. Se trata de un patrón alimentario en el que "se superan las cantidades diarias recomendadas de este macronutriente", sintetiza la doctora Daniela Silva, coordinadora de la Unidad de Obesidad y Sobrepeso de Vithas Internacional (Madrid).

Dado que los organismos especializados consideran que un adulto sano necesita entre 0,8 g y 1 g de proteína al día por cada kg de peso corporal, si consumimos por encima de las cantidades indicadas, se puede decir que llevamos una dieta hiperproteica. Esto se traduce en que, por ejemplo, "una mujer que pese unos 60 kilos, debería consumir entre 55 g y 60 g de proteína al día", señala la experta.

En el caso de "adultos mayores de 65 años, la absorción de proteínas es un poco menor y suele haber pérdida de masa muscular; por lo tanto, hay estudios que recomiendan aumentar el aporte proteico hasta 1,2 g o 1,5 g de proteína por kg de peso", matiza la doctora. Además, en los casos de personas más activas o que están buscando un aumento significativo de la masa muscular, "el incremento puede ser incluso mayor".

Por otra parte, este aporte adicional de proteínas no distingue entre las de origen vegetal o animal. Ahora bien, "dado que es más difícil obtener proteínas solo de alimentos vegetales, las personas que siguen una dieta vegana o vegetariana deberían prestar especial atención a la cantidad de proteínas que ingieren para llegar a los requerimientos mínimos", aconseja la experta.

Desequilibrio entre macronutrientes

Una dieta hiperproteica rompe las proporciones establecidas entre macronutrientes a favor de las proteínas, y lo hace aumentando estas al tiempo que reduce los hidratos de carbono. Es decir, que la estrategia de adelgazamiento combina la subida de proteínas y la bajada de carbohidratos. "Es lo que se conoce como dieta cetogénica, en la que el combustible para llevar a cabo las actividades diarias se obtiene de los cuerpos cetónicos", apunta la doctora. Y añade: "Cuando hacemos este tipo de alimentación, la mayoría de las calorías que consumimos proceden de las proteínas y de las grasas. Al ingerir menos hidratos de carbono, disminuye el número de calorías totales que consumimos, pero también se reducen los niveles de producción de dos hormonas, la insulina y la grelina. Una de las consecuencias de este proceso es que se restringe el apetito".

El exceso de proteínas puede favorecer el desarrollo de problemas a nivel renal e, incluso, el incremento del riesgo cardiovascular


Por tanto, "si llevamos una dieta alta en proteínas y baja en hidratos de carbono, estaremos llevando una dieta cetogénica, lo cual se evidenciará a través de diversos síntomas como fatiga, mareos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, estreñimiento...", resume la experta, quien hace especial hincapié en que esto solo ocurre si reducimos los carbohidratos a la vez que aumentamos las proteínas. En cualquier caso, "es importante que siempre que alteremos nuestra nutrición habitual, lo hagamos con un acompañamiento nutricional y médico".

Efectos en la salud renal y ósea

La saciedad es, junto con la reducción de la ingesta total de calorías, los dos puntos fuertes de esta dieta de adelgazamiento. Sin embargo, "no es oro todo lo que reluce", el exceso de proteínas "puede favorecer el desarrollo de problemas a nivel renal e, incluso, algunos estudios han asociado el aumento de consumo de proteínas con un incremento del riesgo cardiovascular, por lo que no son aptas para todo el mundo, ni tampoco son recomendadas para mantenimiento, ni para largo plazo", advierte Silva.

Los efectos negativos en el funcionamiento de los riñones están relacionados con la metabolización de la proteína, ya que "al metabolizarla, el organismo produce unos compuestos nitrogenados que pueden ser nefrotóxicos y, por tanto, pueden alterar la función renal", aclara la experta. Por esta razón, "una persona que tenga algún tipo de patología renal previa tiene que tener un cuidado especial si quiere llevar una dieta alta en proteínas", alerta.

Por otro lado, aunque se tratara de personas sanas, según la doctora, "existen evidencias de que una dieta hiperproteica y muy alta en grasas produce alteraciones del perfil lipídico y puede propiciar un aumento en el riesgo cardiovascular", señala la doctora.

Otra de las alteraciones que pueden ocurrir, esta vez en el ámbito de la salud ósea, es que se produzca un aumento de la producción de ácido. "Cuando la sangre se acidifica, uno de los mecanismos de compensación de nuestro organismo es que el riñón produce unos compuestos alcalinos que están parcialmente hechos de calcio. Como resultado, puede verse disminuida la densidad ósea", resume la experta.

Incremento del riesgo cardiovascular

La gran mayoría de las fuentes proteicas se encuentran en los alimentos de origen animal, los cuales, muchas veces, son ricos en grasas saturadas. De modo que es fácil tender una conexión entre las dietas hiperproteicas y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, "ya que esas grasas saturadas pueden alterar nuestro perfil lipídico, aumentando el colesterol LDL (el malo) y el colesterol total, e incrementando el riesgo de una enfermedad aterosclerótica generalizada", aclara la experta. Además, "hay algunos estudios que demuestran que una dieta hiperproteica también puede alterar las señales inflamatorias, lo cual puede empeorar las placas de ateroma ya formadas en personas con una enfermedad cardiovascular establecida", concluye.

alimente.com / Eva Carnero, 16 enero 2024
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