Era un día normal en Florida para Roshelle Pearson y “Princesa”, la perrita chihuahua de su hija. Se encontraban, junto al novio de Roshelle, paseando por la ciudad el sabado recién pasado, tranquilamente, sin saber lo que les esperaba.
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Un hombre, de lejos, se preparaba para hacer lo impensable: quería acabar con la vida de la perrita.
Roshelle y su novio escucharon un fuerte sonido que no entendieron bien qué era, pero de inmediato Princesa comenzó a llorar desconsoladamente y la sangre corría en el suelo.
Johansen Concepción de la Ros, de 19 años, había disparado con un rifle de aire comprimido desde la casa de un amigo. La chihuahua, tenía solo 8 meses de vida y pesaba tan solo tres kilos, y había sido alcanzada en su rostro.
No hubo mucho que la familia pudiese hacer, puesto que cinco minutos después, Princesa se encontraba sin vida, y Pearson aun no entendía bien por qué ni cómo había pasado esto.
El hombre, autor del crimen, pensó que podía salirse con la suya, pero Miguel Osorio, oficial de policía de Pembroke Pines, vio todo lo sucedido.
Osorio vio a Johansen desde el segundo piso de la casa, armado con un rifle, equipado con una mira y apuntando hacia la calle, pero antes de poder hacer algo, el hombre se arrodilló y disparó.
El hombre de 19 años quiso convencer a la policía de que había sido un “accidente”, que el chihuahua se había cruzado en el momento justo, que terminó con el horrible suceso.
Sin embargo, Daniel Álvarez, el dueño del departamento donde disparó Johansen, dijo algo totalmente distinto: el hombre llegó con el rifle a su casa con la intención de dispararle al perro.
El hombre fue arrestado, acusado de crueldad animal y trasladado al penal del condado de Broward. Arriesga hasta 5 años de cárcel y una multa de 10.000 dólares (más de 6 millones de pesos).
“Mi hija jugaba con Princesa todo el tiempo (…). Le dije que alguien le había disparado y que estaban tratando de salvarla”, cuenta Pearson, quien no tuvo el valor de decirle a su hija que la chihuahua había muerto de inmediato.