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En la última parte de su vida, aquella que vivió relegado a la cama por una enfermedad tan extraña como letal para su persona («corazón de vaca», la llamó su médico), Manuel Azaña se convirtió en el nexo de unión entre España y Francia. En tierras galas, el político viajó de un lado para otro perseguido por las tropas nazis, pero también se despidió de sus familiares y amigos. Por ello, no resulta extraño que hoy, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez hayan protagonizado una cumbre cuyo punto culminante será, precisamente, la visita a la tumba del expresidente en Montaubán. Corazón roto Lo suyo fue un presentimiento, casi como si conociera de antemano el triste final que le deparaba el destino. Poco...
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