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La actriz catalana Rosa Maria Sardà ha fallecido este jueves a los 78 años, según ha avanzado Rac1 y ha confirmado la Academia de Cine en sus redes sociales. Ganadora de dos premios Goya como mejor actriz de reparto, por «Sin vergüenza» y «¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?», Sardá recibió en 2010 la Medalla de Oro de la Academia.De fino humor y gran trayectoria en televisión, cine y teatro, Sardà fue también maestra de ceremonias en tres ocasiones, en 1994, 1998 y 20012, reapareció como presentadora al final de la Gala de 2009 y 2010. Con motivo del 30 aniversario de la ceremonia de los Goya, la actriz reflexionó en la Acamia de Cine sobre su papel como presentadora de las galas. Antes de contar, de forma cronológica, como fueron «los hechos», Rosa Maria Sardà se declaraba «inocente de todos los cargos», por si las moscas.Así, recordaba la primera vez que subió al escenario de los Goya para ejercer de anfitriona en la gran noche del cine español, allá por enero de 1994, de la mano de su queridísimo y añorado Fernando Rey. Una gala inolvidable para la intérprete, que se duplicó durante la ceremonia para conducir y hasta recoger un cabezón, el Goya a la mejor actriz de reparto, el primero de su carrera. Pasarían cinco años hasta que Rosa Maria Sardà volviera a repetir como anfitriona de los Goya, en 1999, después de que José Luis Borau le propusiese repetir la experiencia. Una gala que no solo condujo, sino que dirigió, fue coguionista y un «etc. en el que caben cosas de difícil enumeración», explicaba en la web de la Academia. Volvía a repetir nominación, aunque en esta ocasión se quedó sin premio. En febrero de 2002 se volvió a subir al carro de los Goya, quizás pensando que, a la tercera, quizá vuelva a ir la vencida. «La Academia, inasequible al desaliento, presidida por Marisa Paredes, me propone una vez más participar en la Gala de los Goya», recordaba la actriz, que se volvió a llevar el cabezón a casa.No volvió a presentar una ceremonia, si bien reapareció al final de las galas de 2009 y 2010. «El único delito del que Rosa Maria Sardà se hace responsable es haber introducido en la Academia la Fiesta de los Nominados en 1999, antes inexistente. Olvídense del glamour y de la alfombra roja y del photoshop del photocall. La realidad cruda y descarnada solo se puede explicar con estas palabras: dirigir los Goya para mí fue sangre, sudor y *lágrimas», despedía su reflexión la intérprete.
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