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Cuando un gran mal sucede en una democracia en el siglo XXI, la inmediata reacción es mirar hacia las instituciones públicas que tienen instrumentos y medios que resultan imprescindibles: capacidad para producir reales decretos leyes, órdenes ministeriales, resoluciones... para dar las órdenes de cómo y quiénes deben actuar, cuáles son los medios que hay que movilizar y cuáles los recursos económicos de los que disponer para las tareas más urgentes. Nadie duda de que, en las sociedades evolucionadas, donde la Administración hace acopio de bienes y, por otra parte, de competencias, a ella corresponde tomar las más inmediatas decisiones. Se espera mucho de un estado que dispone de un importante presupuesto procedente de los impuestos.Durante el tiempo que dure un...
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