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El Covid-19 ha obligado a modificar la mayoría de costumbres, también la de ir a misa el domingo. Por eso, no habrá que extrañarse cuando a partir de ahora una luz roja de un semáforo a las puertas de un templo nos impida participar en la celebración litúrgica. Eso es precisamente lo que ocurre en la catedral de La Almudena desde que Madrid pasó a la fase 0,5 el pasado lunes. El semáforo colocado en el único acceso abierto del templo (sobre la calle Bailén) permite contar a los fieles que entran a misa o a rezar. Una vez que un tercio del aforo está completo -unas 290 personas- la luz roja impedirá que entre nadie más. «Hace tiempo que lo tenemos todo superpreparado. Por nosotros no va a quedar», asegura el canónigo de la catedral, Jesús Junquera. Para garantizar la distancia de seguridad, los sacerdotes han señalado los puestos en los bancos con pegatinas y, además, un grupo de voluntarios indica a las personas dónde se tienen que sentar. «En esta primera etapa estamos colocando a los fieles a dos metros de distancia entre unos y otros. Preferimos pasarnos de cautos», señala el padre Junquera. A la entrada «hay dispensadores de gel hidroalcohólico y entre una celebración y otra se fumiga el templo con una solución desinfectante que permite conservar el patrimonio, matar al Covid-19 y no asfixiar a los que entran a la siguiente misa», añade el sacerdote, quien confía en que «poco a poco» la gente vaya acercándose otra vez a la iglesia para celebrar la eucaristía.Para evitar al máximo un posible contagio del coronavirus, la diócesis de Madrid ha lanzado una campaña para adquirir material de protección para los 1.700 sacerdotes que tienen alguna tarea pastoral, a los voluntarios y a los fieles que acuden a las iglesias. La operación «Mascarillas por la fe» pretende reunir donativos para destinarlos íntegramente a la compra de mascarillas tanto FFP2 como quirúrgicas u otro material sanitario para su posterior distribución en las 479 parroquias.PCR a los sacerdotesEn otras diócesis como la de León los sacerdotes se están realizando test rápidos de PCR para aislar a posibles positivos. En las últimas semanas, más de 90 presbíteros han pasado por esta prueba para determinar si pueden volver a oficiar misas. «Es una buena medida y ha tenido una buena acogida. Hasta ahora solo dos sacerdotes han dado positivo aunque están asintomáticos», explica Ovidio Álvarez, el delegado diocesano de atención al clero a ABC.Motivadas por la nueva apertura de los templos, la comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara, del convento de Santa Verónica de Algezares (Murcia), ha lanzado una línea de productos para garantizar la seguridad de los fieles que acudan a misa. Su «Cruz Kairós», como la han bautizado, es ya la más demandada del mercado de cara a la «nueva normalidad». Esta cruz -elaborada en madera contrachapada de pino- está destinada a marcar el lugar donde deben sentarse los fieles. «En pocas semanas hemos vendido más de 1.500 cruces a parroquias de Madrid, Toledo, Sevilla y Murcia. Muchos párrocos las han personalizado con una frase motivadora o simplemente poniendo el nombre de la iglesia», comenta a ABC la hermana Leo.
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