Mallorca quiere volver a ser el paraíso de los alemanes en julio

[SHAKIRA]

En las primeras semanas de mayo, la denominada Playa de Palma ha ofrecido imágenes insólitas de tranquilidad y silencio, acordes con las que se han podido ver en otros enclaves por la crisis provocada por el coronavirus. Por un tiempo, Mallorca ha vuelto a ser, puntualmente, «la isla de la calma», tal como la definiera hace ya casi un siglo el pintor y escritor Santiago Rusiñol.Hasta hace unos días, los arenales de la que es considerada una de las principales zonas turísticas maduras de España se encontraban prácticamente desiertos. Paralelamente, la mayoría de hoteles y restaurantes no habían abierto aún sus puertas. La situación cambiará ahora un poco, con la entrada de Baleares en la fase 2 de la desescalada a partir de este lunes y por la apertura del turismo para julio, según señaló ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.El pesimismo de carácter económico y laboral de hace apenas un mes está dando paso, paulatinamente, a un moderado optimismo. Así lo explica Beatrice Ciccardini, cuyo restaurante, Zur Krone, ha sido el primero en abrir sus puertas en la Playa de Palma. «Estamos funcionando de nuevo desde el 11 de mayo, si bien de momento apenas tenemos clientes», reconoce. Natural de Suiza, Beatrice lleva ya 45 años viviendo en Mallorca, y regenta su local desde hace 13 con su socio, Christian, natural de Uruguay. Opina que «poco a poco» la situación irá mejorando. «Creo que irá bien y también pienso que a partir de ahora tendremos igualmente un turismo menos masificado», explica.Futuro inmediatoLa mayoría de clientes de Beatrice son alemanes. «Quieren mucho a Mallorca», recalca. Cabe recordar aquí que los turistas germanos representan el 75% de los visitantes que acoge cada año la Playa de Palma. Otro dato que puede servir para ponderar la importancia de esta zona turística es que anualmente recibe en torno a un millón de turistas, sobre el total de 13 millones de viajeros extranjeros que de enero a diciembre escogen Baleares como destino.En las islas se está trabajando desde hace semanas en la hipótesis de que muy pronto el archipiélago recibirá ya de nuevo visitantes, tanto nacionales como extranjeros. Precisamente, el director general de la marca Palma Beach, Juan Miguel Ferrer, anunció el pasado miércoles que la mayoría de establecimientos pertenecientes a dicha marca empezarán a abrir sus puertas a partir del próximo 1 de julio.Ese anuncio ha llenado de esperanza a personas como Juan Silva, que trabaja como camarero en una cadena de restaurantes y cafeterías de la zona. «Trabajo como fijo discontinuo, es decir, nueve meses al año», indica. Natural de Málaga, llegó a Mallorca con 15 años. Hoy es ya casi un isleño más. «Creo que el coronavirus supondrá un antes y un después, pues habrá que cambiar cosas, por ejemplo con las medidas de higiene», señala Silva, para añadir: «Pero todo va a ir bien, porque la gente quiere venir y estar en Mallorca, que es su paraíso, con playas espectaculares, buenas comunicaciones y hoteles reformados». Su ilusión es que empiece la temporada ya dentro de un mes, con «seguridad», para que la economía se pueda reactivar. «Saldremos de esta crisis más fuertes y mejores», vaticina Silva.Garantía de seguridadLa marca Palma Beach se creó hace cuatro años. Hoy cuenta con un total de 48 asociados, que incluyen sobre todo hoteles y restaurantes, ubicados en la Playa de Palma. Su director general destaca que el objetivo prioritario inmediato es que los turistas alemanes lleguen a Mallorca a través de «corredores aéreos seguros» con «total garantía de seguridad e higiene».Además, Ferrer recuerda que Palma Beach «está cerca del centro de la ciudad, del aeropuerto y de los hospitales de referencia». Al mismo tiempo, «se trata de una zona con un paisaje muy despejado, que permite mantener las distancias de seguridad, ya que tenemos seis kilómetros de playa ancha y terrazas muy amplias». A su juicio, este verano habrá «una temporada turística atípica, muy breve, pero, a la vez, muy intensa».En la misma línea se pronuncia Salvatore Fragliasso, chef del Grupo Enjoy. «Esta temporada va a ser un poco extraña, complicada desde el punto de vista turístico», afirma, si bien considera positivo que en unas semanas vayan a reabrirse ya los establecimientos hoteleros y los restaurantes. «Es cierto que tardaremos unos años en recuperar el nivel de antes, pero se conseguirá, soy optimista», asegura.«El sector turístico de Mallorca se tiene que preparar ahora para ofrecer seguridad a los otros países y demostrar que podemos dar garantías a nivel sanitario», recalca Salvatore. Nacido en Italia, hace unos veinte años que trabaja en Mallorca. «Mi familia es del norte de Italia, en donde se está viviendo la misma situación que en España», comenta emocionado.Decisiones políticasPor su parte, la presidenta del Gobierno balear, la socialista Francina Armengol, anunció el pasado martes en el Parlamento regional que ya en junio está prevista alguna prueba piloto, «con turismo que pueda venir de forma segura, porque no podemos dar un paso atrás, siendo una comunidad autónoma que todo el mundo mira a nivel internacional». En ese sentido, se está trabajando «intensamente» con «landers» alemanes «para poder tener esos corredores seguros».Armengol agradeció el trabajo y el esfuerzo que en la actual coyuntura está haciendo el empresariado de Baleares. Para ayudar en esa tarea, el Gobierno regional acaba de aprobar un decreto ley que incluye diversas medidas de carácter económico y social para superar la crisis provocada por el Covid-19. «La prioridad es que todo esto lo tenemos que hacer de forma segura, por eso hemos de instar una vez más a la responsabilidad individual y colectiva de la población en su protección», reiteró Armengol.En ese contexto, hay trabajadores que ven algo «precipitado» el actual proceso de desescalada. Así se expresa Maureen Nogueras, que desde hace diez años trabaja como recepcionista en el Playa Golf, también como fija discontinua. Nacida en Austria, llegó a Mallorca con 2 años .«Por una parte, mi deseo es que el turismo se recupere cuanto antes, que de hecho se va a recuperar, pero al mismo tiempo considero que el proceso de reapertura se está llevando a cabo con excesiva prisa», especifica Maureen. «Lo primero es la salud», recalca, advirtiendo de la necesidad de que todo el mundo cumpla las actuales normas de higiene. «No hacerlo es peligroso», concluye.Conciencia colectiva«Echo de menos no poder estar aún con mis compañeros», explica Lola Romero, que trabaja como «maître» en un hotel de la Playa de Palma. «El pasado 7 de mayo hizo justo veinte años que empecé», recuerda. «Soy originaria de la provincia de Sevilla, pero destaque, por favor, que nací en Lebrija», señala con orgullo y buen humor. En invierno, le gusta viajar por Europa. En estos últimos años recorrió Dinamarca, Austria o Bélgica. «Este año no podrá ser», lamenta.Tras criticar algunas de las decisiones tomadas por el Gobierno central, «da palos de ciego», Lola reconoce que a veces está unos días sin ver la televisión, para no angustiarse. «Eso sí, veo el periódico en el móvil», apunta con una sonrisa. Al igual que otras personas, considera un poco «arriesgado» abrir ya la isla al turismo internacional y apela por ello a la responsabilidad de los ciudadanos. «Desde que empezó el desconfinamiento no estamos siendo responsables», critica.La misma idea que expresa Antonio Ruiz, encargado de mantenimiento de varios restaurantes y cafeterías de la zona. Nació en Granada, pero lleva ya 37 años en Mallorca. Su etapa profesional la inició en la otra gran zona turística de la isla, Magaluf, ubicada en el municipio de Calviá. «No se trata solamente de lograr abrir ahora en julio y en agosto, sino de ver si habrá un rebrote del virus en otoño», afirma, e indica que se hacía ya necesaria la vuelta a la actividad económica. «Si no empezamos a trabajar pronto, la situación se hará insostenible», sentencia. Con la ayuda y la implicación de todos, el sueño de los trabajadores de la Playa de Palma es el de iniciar hoy un camino que permita, algún día, volver a la antigua y ansiada normalidad, aunque se pierda quizás algo de calma por el camino.

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