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Predeterminado El Tributo de las cien doncellas no fue como nos lo han contado

En las crónicas cristianas de la Alta Edad Media (siglo V-XI) se relata uno de los acontecimientos más controvertidos de la historia. En el limbo de las especulaciones más que en el de los hechos

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Ramiro I de Asturias (Fuente: Wikimedia)

El Todo es la verdad y la mitad es la mentira.
Hegel.


En las crónicas cristianas de la alta Edad Media (siglo V- XI) se relata un acontecimiento de gran controversia e insuficientes pruebas. Tras enconadas posturas entre historiadores, basados en fuentes árabes fidedignas y documentadas de la época, estos rechazan la veracidad de este supuesto, que queda en el limbo de las especulaciones más que en el de los hechos. El Tributo de las 100 Doncellas no fue como nos lo han contado.

Es probable que el origen de este mito o teoría se basara en la derrota de Abderramán II y su utilización política en beneficio de Ramiro I tras el triunfo sobre el regidor omeya del califato de Córdoba. Es probable también que el monje Pedro Marcio diera una difusión sesgada de aquellos sucesos para glorificar un acontecimiento del que hay mucha habladuría, pero poco fundamento histórico contrastado.

La veracidad de los hechos cuestiona el trasfondo mítico de los mismos. La leyenda en torno a la figura de Ramiro I y el apóstol Santiago, galopando a uña de caballo en socorro de los abrumados cristianos, queda al albur de los respetables creyentes dogmáticos, encapsulados en una certeza bastante cuestionable y, por lo tanto, es una cuestión de libre interpretación.

"¿Cómo puede estar Santiago pluriempleado aquí, allá y acullá? Tanto curro debe de ser agotador"


El hecho de que los protagonistas fueran convertidos en héroes, es un tema más que recurrente en la atmosfera folclórica de aquellos tiempos oscuros. Hay ocasiones en las que los hechos históricos se convierten en magnificados acontecimientos que operan como hipnóticos estimulantes en el inconsciente colectivo, pero la ciencia – ficción pertenece al futuro y las revisiones de la historia siempre son contestadas o por sesgos, o por las férreas tradiciones; algo curioso, por otra parte. Además, ¿cómo puede estar Santiago pluriempleado aquí, allá y acullá? Tanto curro debe de ser agotador y el santo debe de descansar de vez en cuando, como cuando Almanzor saqueó su sede central en Galicia. En aquellos tiempos de intenso reparto de obleas, el estrés laboral requería algunas “paradinhas”.

Originalmente, dicen las crónicas, que un enfadado hijo bastardo del rey asturiano Alfonso I había hecho un pacto infame con los del turbante. Una vez al año debía de entregar a cien vírgenes de buena alcurnia y plebeyas, en proporción de mitad y mitad. Los campesinos aguantaban el tirón porque no les quedaba otra, pero los caballeros parecen ser que estaban muy alterados por tan tremenda humillación, y en una de ellas les enviaron una reata de toros contra ellos.

Pero la cosa se puso aún más fea cuando Ramiro I de Asturias, hasta la coronilla del gravoso impuesto, se negó rotundamente a pagarlo. En la zona riojana de Clavijo, en los alrededores del desmochado castillo edificado sobre las ruinas de un antiguo monasterio; Abderramán II acompañado de una hueste enorme cuyas cifras según historiadores se contradicen y mucho; pero que dan por cierto que era innumerable, plantó cara a los cristianos en una de las batallas con más resonancia épica de la Reconquista. Este rey, ferviente creyente, pidió al parecer la ayuda del apóstol Santiago y este, esta vez; le fue concedida.

Como una hoz derriba las espigas en el estío, la punta de las espadas cristianas se cebó sobre los desprevenidos moros que en ese día crucial no se vieron asistidos por su Dios. Todo esto ocurrió durante el segundo mes de la primavera, allá por el año 844 de la era del Señor. Tras la batalla, el rey asturiano hizo un voto extensivo a todos sus súbditos por el que debían de entregar aportaciones anuales al clero, tales como cubas de vino cosechero, trigo, cabras u ovejas y en el caso de la nobleza; un diezmo para agradecer al apóstol su alianza. Desaparecía así el ominoso tributo de las Cien Doncellas.

En conclusión, muchos padres quedaron aliviados y muchos moros, fastidiados. Los designios del Señor son inescrutables.

elconfidencial.com / Á. Van den Brule A. / 02 marzo 2024
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