Descubre la ‘hormiga matavacas’, un insecto que no es lo que parece

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¿Sabías que la ‘hormiga matavacas’ ('hormiga de terciopelo') no es realmente una hormiga? Te contamos todo lo que debes saber sobre este fascinante y engañoso insecto.

Si algo nos ha enseñado la biología es que la vida es diversa. Los seres vivos han colonizado prácticamente todo el planeta, y algunas adaptaciones resultan sorprendentes. Uno de estos casos es la 'hormiga matavacas', también conocida como 'hormiga de terciopelo', un insecto, que conforma la familia de los mutílidos, y que a pesar de su nombre, no es lo que parece.

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Hormiga de terciopelo de la especie Dasymutilla gloriosa — Heather Broccard-Bell / iStock

La hormiga que no es una hormiga

El primer paso en el camino de la comprensión de la hormiga de terciopelo pasa por desvelar un hecho sorprendente: No se trata de una hormiga. Las hormigas son un grupo de himenópteros que pertenecen a la familia Formicidae. Los mutílidos son una familia distinta.

Este error de identificación, que llevó a darles un nombre común incorrecto, se basa en su apariencia. Este insecto tiene la forma de una hormiga; la hembra carece de alas, cabeza ancha, tórax compacto y endurecido y un gastro globoso, unido al tórax por un pedúnculo; como las hormigas. Tal vez la característica más llamativa es la frondosa vellosidad en la parte dorsal del cuerpo, que le proporciona ese aspecto aterciopelado que le da nombre.

Sin embargo, hay un rasgo que, aun pasando más desapercibido, le delata: sus antenas. Mientras que una hormiga tiene el primer segmento de la antena largo, y el resto sale en posición perpendicular, dando una forma global acodada, la hormiga de terciopelo presenta los segmentos de las antenas dispuestos de forma lineal, sin codos, aunque flexible. Como las antenas de una avispa.

Y es que, efectivamente, las hormigas de terciopelo no son hormigas, son avispas.

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Hormiga de terciopelo de la especie Dasymutilla magnifica — Cweimer4 / iStock

La vida de la hormiga de terciopelo

La hormiga de terciopelo tiene una forma de vida solitaria, a diferencia de las hormigas, tan coloniales, de las que no se conoce ninguna especie con comportamiento solitario. Pero no solo eso: también presenta una forma de vida distinta a la del resto de avispas.

La hembra de mutílido es áptera, es decir, sin alas. Camina por el suelo, y pasa la mayor parte de su existencia en busca de lugares adecuados donde depositar sus huevos. Su objetivo principal es encontrar nidos de otros insectos, como abejas o avispas que anidan en el suelo, para poner sus huevos cerca de sus larvas. Esto le asegura el suministro de alimento para su progenie, que se desarrollará alimentándose de las crías del anfitrión.

A diferencia de la hembra, el macho sí tiene alas, de color negro transparente. Puede volar largas distancias en busca de hembras para el apareamiento. Como animal solitario, una vez cumple la misión, se separa de su contraparte femenina y alza el vuelo de nuevo, para retomar su búsqueda.

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Macho de hormiga de terciopelo, con alas, de la especie Dasymutilla vestita — Alex Borderline / iStock

Defensa dolorosa: el origen del apodo ‘matavacas’

Para defenderse, la hormiga terciopelo dispone de varias estrategias. El color oscuro con la vellosidad aterciopelada de colores vivos y brillantes anuncian que es un animal peligroso, y su poderoso exoesqueleto las convierte en un organismo acorazado para enemigos de su tamaño, y en un bocado poco apetecible para depredadores más grandes, como las aves.

El macho de la hormiga matavacas, como en los demás himenópteros, es inofensivo. Sus mandíbulas son pequeñas y su mordedura es poco relevante. Sin embargo, como buena avispa, la hembra tiene un sistema de defensa mucho más efectivo: el aguijón. Un recurso que solo usa cuando se siente amenazada.

Igual que el resto de las avispas, el aguijón de la hembra de mutílido es afilado, liso y retráctil. Esto le permite picar de forma reiterativa —y no como las abejas, cuyo aguijón aserrado solo permite una picadura antes de perderlo y morir—. El aguijón actúa como una aguja hipodérmica con la que inyecta una cantidad variable de veneno. La hormiga de terciopelo es capaz de dosificar ese veneno, por lo que picaduras distintas pueden llevar diferente concentración de toxina.

El veneno tiene muy baja toxicidad, apenas genera problemas en personas —excepto a las alérgicas—, y mucho menos en el ganado vacuno. Sin embargo, aunque resulte un veneno leve, genera una reacción dolorosa muy intensa. La hormiga de terciopelo tiene una puntuación de 3 en el índice de dolor por picadura de Justin O. Schmidt; una escala que va de 0 a 4, y en el que abejas y avispas suelen ocupar el 2. Como curiosidad, el animal con la picadura más potente —el único que se sale de la escala, con un '4+'— es la hormiga bala, de la especie Paraponera clavata.

Se han reportado casos de animales picados por hormigas de terciopelo, que han llegado a perder el conocimiento por el dolor. De ahí el injusto sobrenombre de “matavacas”.

muyinteresante.es / Álvaro Bayón, 16/10/2023