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Moil El monitor

El monitor



El monitor de nuestro PC tiene un impacto muy profundo en nuestra experiencia de uso. Y también en nuestra productividad. Buscar la opción idónea nos invita a preguntarnos cuál debe ser su tamaño, su resolución, la tecnología de su panel y su refresco, pero, en realidad, este es solo el principio del camino. Y es que si queremos que nuestro monitor nos ayude a sacar el máximo partido posible a nuestro ordenador y nos proporcione una experiencia satisfactoria durante muchos años tendremos que ser muy minuciosos al elegirlo. El propósito de este artículo es, precisamente, poneros esta búsqueda un poco más fácil.

Qué tecnologías de panel hay y cuál encaja en cada escenario de uso
El primer componente de los monitores con el que nos viene bien familiarizarnos es, sin lugar a dudas, su panel. Y es que este elemento condiciona en gran medida su calidad de imagen, y, por tanto, también la experiencia que van a ser capaces de ofrecernos. Las tecnologías de panel LCD TFT más utilizadas actualmente por los fabricantes de monitores son IPS, VA y TN, así como sus variantes. No obstante, como no es necesario que compliquemos este artículo más de lo imprescindible podemos conformarnos con revisar los principales pros y contras de cada una de estas implementaciones.

Las tecnologías de panel LCD TFT más utilizadas actualmente por los fabricantes de monitores son IPS, VA y TN en sus diferentes encarnaciones

La tabla que tenéis debajo de estas líneas resume las características que describen qué prestaciones podemos esperar de las tres tecnologías de panel que he mencionado en el párrafo anterior. Eso sí, antes de que las leáis me parece necesario introducir un matiz importante que nos viene bien tener en cuenta: la lógica de procesado que trabaja junto al panel puede corregir en cierta medida sus deficiencias y potenciar sus cualidades.

Y es que la calidad de imagen no depende exclusivamente del panel. Tal y como sucede con los televisores, el procesado también puede tener un impacto importante en el acabado de las imágenes, aunque eso sí, en las teles suele ser mucho más complejo y agresivo que en los monitores. Por esta razón los televisores suelen introducir una latencia mucho más acusada que estos últimos, de ahí que para jugar con ellos sea necesario activar el modo implementado por las marcas para minimizar la latencia de entrada que provoca el procesado de las imágenes. Aquí tenéis la tabla que resume las características de las principales tecnologías de panel LCD TFT:

IPS (IN-PLANE SWITCHING) VA (VERTICAL ALIGNMENT) TN (TWISTED NEMATIC)
VENTAJAS - Elevada calidad de imagen global
- Su reproducción del color es muy precisa
- Ángulos de visión amplios y sin apenas degradación del color - Su relación de contraste nativo suele ser la más alta y sus negros son profundos
- Suelen tener una capacidad de entrega de brillo elevada
- Su capacidad de reproducción del color es superior a la de los paneles TN, pero inferior a la de los IPS
- Adolecen de menos fugas de luz que los IPS, incluso en las esquinas - Estos paneles nos ofrecen el tiempo de respuesta más bajo (típicamente 1 ms de gris a gris)
- Nos permiten alcanzar las frecuencias de refresco más altas, superando con holgura los 144 Hz
- Suelen tener el precio más competitivo
INCONVENIENTES - Habitualmente tienen un tiempo de respuesta más alto que los paneles TN
- Algunos paneles adolecen de fugas de luz, especialmente en las esquinas
- Su relación de contraste nativo suele ser inferior a la de los paneles VA - Su tiempo de respuesta suele ser superior al de los paneles TN e IPS
- Sus ángulos de visión son inferiores a los que nos ofrecen los paneles IPS
- Esta tecnología es relativamente poco habitual en los monitores - Su calidad de imagen global es inferior a la que nos ofrecen los paneles IPS y VA
- Reproducen el color con menos precisión que IPS y VA
- Sus ángulos de visión están muy limitados tanto en vertical como en horizontal
Como refleja la tabla, si evaluamos su calidad de imagen global los paneles TN salen relativamente malparados frente a los IPS y VA. No obstante, esto no significa que sus imágenes no dan la talla; algunos monitores TN consiguen ofrecernos imágenes de mucha calidad. En cualquier caso, los dispositivos que utilizan esta tecnología de panel pueden encajarnos si nuestro presupuesto es moderado (a igual tamaño y resolución los monitores TN suelen ser sensiblemente más baratos que los IPS y VA), o bien si buscamos un monitor para jugar que nos ofrezca el mínimo tiempo de respuesta posible y estamos dispuestos a aceptar que su calidad de imagen no sea equiparable a la que nos propone un buen diseño IPS. Hay soluciones VA e IPS que nos prometen un tiempo de respuesta de 1 ms equiparable al de los paneles TN, pero habitualmente los monitores que utilizan esta última tecnología son los más rápidos.

Los paneles IPS reproducen el color con mucha precisión y suelen ofrecernos unos ángulos de visión amplios
La alternativa natural a los monitores con panel TN son los dispositivos IPS, cuya principal baza es una calidad de imagen global que puede ser muy alta si la electrónica que acompaña al panel consigue sacarle el máximo partido. Pueden reproducir el color con mucha precisión y suelen ofrecernos unos ángulos de visión amplios, lo que los hace idóneos para resolver los escenarios de uso en los que es necesario tener la máxima calidad de imagen posible. Encajan como un guante para procesar fotografías, editar vídeo o animar en 3D, entre otros posibles escenarios de creación de contenidos. Además, durante los últimos dos años los monitores IPS se han vuelto mucho más atractivos para los jugadores porque su tiempo de respuesta ha mejorado mucho, tanto que algunos modelos consiguen intimidar a los monitores TN en este terreno. Y su calidad de imagen es más alta, aunque, eso sí, suelen ser sensiblemente más caros.

Nos queda la tercera tecnología en discordia: VA. Estos paneles nacieron con la intención de recoger las características más atractivas de las tecnologías IPS y TN, y en cierta medida se han salido con la suya. Su contraste nativo es más alto que el que nos ofrecen los monitores IPS y su calidad de imagen es mejor que la de los monitores con panel TN, pero no suelen igualar los ángulos de visión de los primeros ni los tiempos de respuesta de los segundos.

Basta echar un vistazo al catálogo de los principales fabricantes de monitores para darse cuenta de que la oferta de soluciones VA actualmente es muy inferior a la de las pantallas IPS y TN. Samsung es una de las marcas que han apostado con más claridad por esta tecnología, aunque otros fabricantes, como AOC, iiyama o MSI también tienen monitores con panel VA en catálogo. Estas pantallas se sienten cómodas en los mismos escenarios de uso que los monitores IPS, con los que también rivalizan en precio.



La resolución y el tamaño del monitor condicionan nuestra productividad
La resolución de nuestros monitores importa. Mucho. Este parámetro tiene un impacto profundo en la calidad de imagen porque si los píxeles del panel no son lo suficientemente pequeños nuestra percepción de la nitidez y el nivel de detalle puede no ser satisfactoria. Como es lógico, en este terreno no importa solo la resolución: también es crucial el tamaño del panel. De hecho, el tamaño de los píxeles está condicionado tanto por la resolución como por la superficie del panel, lo que conlleva que a medida que optamos por monitores más grandes nos veamos obligados a ser más ambiciosos con la resolución si no queremos que nuestra experiencia se resienta.

El tamaño de los píxeles está condicionado tanto por la resolución como por la superficie del panel
Cuando trabaja junto a un PC para ofimática o creación de contenidos un monitor amplio y con la resolución adecuada puede tener un impacto muy beneficioso en nuestra productividad. Y una pantalla de estas características en tándem con un ordenador para juegos puede ofrecernos una capacidad de inmersión muy disfrutable. Como veremos más adelante, en el terreno de los juegos hay otras características más allá del tamaño y la resolución a las que nos interesa prestar atención, pero si nos ceñimos a los otros dos escenarios de uso, la ofimática y la creación de contenidos, apostar por un monitor lo suficientemente grande y con la resolución idónea puede ayudarnos a rendir más.

Incrementar el tamaño de la pantalla y la resolución puede propiciar que tengamos a la vista más información sin necesidad de utilizar las barras de desplazamiento o de cambiar constantemente la ventana en primer plano. De hecho, en un monitor amplio y con una resolución alta podemos tener abiertas dos o más ventanas a tamaño completo y sin necesidad de superponerlas. O bien podemos expandir una única ventana a toda su superficie para colocar delante de nuestros ojos muchísima información. Esta última opción puede marcar la diferencia si trabajamos con grandes hojas de cálculo, bases de datos o herramientas de programación, entre otras opciones. El reto en este contexto reside en identificar qué combinación de tamaño y resolución encaja mejor en cada escenario de uso. Esta es nuestra propuesta:

PC para ofimática, navegación y reproducción de contenidos. El punto de partida que os proponemos en este escenario de uso si tenéis un presupuesto contenido y vuestras necesidades son moderadas es un monitor de 24 pulgadas con resolución Full HD (1.920 x 1.080 puntos). Pero si encaja en vuestro presupuesto os animamos a apostar por una pantalla de 27 pulgadas o más con resolución QHD (2.560 x 1.440 puntos) o superior. Podéis estar seguros de que vuestra productividad será mayor y vuestra experiencia de uso más satisfactoria.
PC para juegos. Al igual que en el escenario de uso anterior, el punto de partida que os sugerimos si vuestro presupuesto es limitado es un monitor Full HD de 24 pulgadas. No obstante, lo ideal sería optar por un modelo de 27 pulgadas o más con resolución QHD o superior porque nos ofrecerá una capacidad de inmersión mayor. En la siguiente sección del artículo veremos que existe un vínculo muy estrecho entre las características del monitor y la tarjeta gráfica, por lo que optar por una pantalla con más resolución puede obligarnos a elegir también una solución gráfica más ambiciosa que aquella en la que habíamos pensado si inicialmente íbamos a jugar a 1080p.
PC para creación de contenidos. El punto de partida que os proponemos en este tercer escenario de uso es más ambicioso que en los otros dos. Nosotros no elegiríamos un monitor Full HD de 24 pulgadas para editar vídeo, procesar fotografías o trabajar con aplicaciones de modelado en 3D; nos haríamos con una pantalla de 27 pulgadas o más con resolución QHD, o, mejor aún, 4K UHD (3.840 x 2.160 puntos). Al igual que sucede con el monitor para juegos, en este terreno nuestras exigencias deben ir más allá del tamaño y la resolución, por lo que más adelante repasaremos a qué otras características os aconsejamos prestar atención cuando busquéis un monitor de esta categoría.
El refresco y el tiempo de respuesta son cruciales con los juegos
La frecuencia de refresco nos indica cuántas imágenes por segundo es capaz de restituir el panel del monitor. Este parámetro se mide en hercios, y un hercio equivale a una imagen por segundo. Una cadencia de imágenes mayor nos asegura un movimiento más suave y fluido, pero es esencial que la GPU de la tarjeta gráfica sea capaz de enviar al panel las imágenes con el ritmo de actualización necesario. De poco nos serviría hacernos con un monitor con panel QHD capaz de trabajar a una frecuencia de refresco máxima de 165 Hz si nuestra tarjeta gráfica es incapaz de superar los 60 FPS cuando le pedimos que renderice las imágenes a esta resolución.

El escenario que acabamos de plantear provoca que el monitor quede infrautilizado, pero es igualmente poco deseable que sea la tarjeta gráfica el componente que no puede dar lo mejor de sí mismo si el monitor no está a la altura. Esto es lo que sucedería si, por ejemplo, invertimos una parte importante de nuestro presupuesto en una tarjeta que es capaz de sostener los 100 FPS a 1440p con la máxima calidad gráfica y enviamos la señal de vídeo a un monitor Full HD con un refresco de 60 Hz. Para evitar que se produzcan estos dos escenarios lo ideal es proteger la sinergia entre el monitor y la tarjeta gráfica teniendo presente que son dos dispositivos estrechamente vinculados. Y la forma más sencilla de conseguirlo requiere elegir cada uno de estos componentes teniendo muy presentes las características del otro.

Afortunadamente, en este terreno tenemos unas aliadas muy valiosas: las tecnologías de refresco adaptativo. Las más utilizadas son G-SYNC, de NVIDIA, y FreeSync, de AMD, y sirven para sincronizar las imágenes que emite la GPU de nuestro PC con las que reproduce el monitor, lo que nos ayuda a mitigar unos defectos tan molestos como el tearing y el stuttering. El primero provoca que la imagen quede deformada por una línea que la atraviesa horizontalmente de un extremo al otro, y el segundo induce la aparición de unos pequeños saltos en la cadencia de imágenes que reducen la fluidez y pueden arruinar nuestra experiencia. La buena noticia es que hay un abanico muy amplio de monitores compatibles con G-SYNC o FreeSync, e incluso con ambas, por lo que no debería costarnos encontrar el que encaja mejor con la tarjeta gráfica que hemos elegido para nuestro PC.

En la sección en la que hemos hablado de las tecnologías de panel hemos reparado en que cada una de ellas nos ofrece un rango de tiempos de respuesta diferente. Los paneles más rápidos, y, por tanto, los que tienen el menor tiempo de respuesta, son generalmente los TN. Pisándoles los talones están los IPS, y, detrás de estos, los VA. No obstante, antes de seguir adelante nos interesa repasar qué es el tiempo de respuesta. Este parámetro mide el tiempo invertido por un píxel del panel en cambiar el color que está emitiendo, por lo que lo ideal es que sea lo más reducido posible para que no aparezcan ni desenfoque de movimiento, que suele arruinar la nitidez cuando un objeto de la imagen se mueve con rapidez, ni halos.

Las tecnologías de refresco adaptativo sirven para sincronizar las imágenes que emite la GPU con las que reproduce el monitor. Gracias a ellas podemos combatir el 'tearing' y el 'stuttering'

Los fabricantes suelen medir el tiempo de respuesta de dos formas diferentes: indicando el MPRT (Moving Picture Response Time) o el GtG (Grey to Grey). Ambas medidas reflejan el tiempo invertido por un píxel del panel en cambiar de estado, pero desde dos perspectivas diferentes. El MPRT es una métrica ideada para cuantificar el grado de desenfoque de movimiento de un panel LCD, y refleja el tiempo que transcurre desde que aparece el desenfoque en el contorno de un objeto en movimiento hasta que desaparece completamente.

Sin embargo, el valor GtG mide el tiempo invertido por un píxel del panel en emitir el color gris, pasar a blanco y volver a emitir el color gris. La mayor parte de las marcas indica en las especificaciones de sus monitores el valor GtG porque suele ser más bajo que el MPRT, pero este último es más útil porque refleja con más precisión la persistencia del panel, y, por tanto, si adolece de un desenfoque de movimiento más o menos acusado.

Esto es lo que os proponemos buscar en cada escenario de uso
Todas las ideas que hemos desarrollado hasta ahora apuntan en una misma dirección: el monitor ideal es aquel que resuelve mejor nuestras necesidades. Un buen monitor para ofimática puede no ser adecuado para juegos. Y una pantalla fantástica para juegos puede no ofrecernos la calidad de imagen que necesitamos para procesar y retocar fotografías con la máxima precisión posible. Por supuesto, también hay monitores que encajan simultáneamente en varias de estas categorías, lo que nos recuerda lo importante que es conocer con precisión a qué parámetros nos interesa prestar atención dependiendo del uso que vamos a dar a nuestro monitor. De esto va, precisamente, esta sección del artículo.

Monitor para ofimática, navegación y reproducción de contenidos
Para resolver este escenario de uso no necesitamos una pantalla capaz de trabajar a una frecuencia de refresco muy alta. Tampoco necesitamos un tiempo de respuesta mínimo. Sin embargo, es una buena idea que su calidad de imagen sea lo más alta posible, especialmente si la utilizamos con frecuencia para reproducir vídeo. Y, sobre todo, que su resolución esté en consonancia con su tamaño para que pueda mostrarnos simultáneamente la máxima cantidad de información posible sin necesidad de recurrir a las barras de desplazamiento o de cambiar constantemente la ventana en primer plano. Estos son los consejos que os proponemos para ayudaros a encontrar un monitor que resuelva correctamente este escenario de uso:

La combinación de tamaño y resolución que os sugerimos como punto de partida es 24 pulgadas y Full HD. Nosotros descartaríamos los monitores con un tamaño inferior a este, y también, en la medida de lo posible, los de 27 pulgadas Full HD. Una pantalla de este último tamaño con resolución QHD o superior es una buena opción, si encaja en vuestro presupuesto.
En este escenario de uso no suele ser necesario utilizar frecuencias de refresco elevadas, y tampoco suele tener demasiada importancia el tiempo de respuesta. Sin embargo, como acabamos de ver, la calidad de imagen sí es importante, por lo que es preferible apostar por un panel IPS o VA, y no por uno TN.
Si utilizáis hojas de cálculo, bases de datos, programáis, o si, sencillamente, os gusta tener varias ventanas abiertas en primer plano, puede interesaros haceros con un monitor con relación de aspecto 21:9. La lástima es que los modelos con resolución QHD o superior son aún bastante caros, por lo que si vuestro presupuesto no es muy generoso y queréis un monitor 21:9 podríais veros obligados a conformaros con una solución 1080p. Aun así, a nosotros nos parecen una opción atractiva.

Si vais a utilizarlo con frecuencia para reproducir contenido es recomendable que sea capaz de procesar metadatos HDR10 y que tenga una capacidad de entrega de brillo de al menos 300 nits y una relación de contraste típica de 1.000:1 o superior.
Los monitores con panel curvo tienen sentido si elegís uno con relación de aspecto 21:9, o una pantalla aún más alargada, porque evitan que nuestra percepción del color y el brillo se degrade lo más mínimo cuando miramos los extremos del panel.
Algunos monitores incorporan funciones que nos permiten visualizar simultáneamente varias señales de vídeo (estos modos se conocen como Picture In Picture y Picture By Picture), o bien organizar las ventanas de una forma cómoda y muy flexible dividiendo previamente la pantalla en varias zonas predefinidas. Estas prestaciones son apetecibles si vamos a conectar al monitor varias fuentes de vídeo, y también si necesitamos tener en primer plano varias ventanas.
Monitor para juegos
Como hemos visto unos párrafos más arriba, las características de un monitor para juegos tienen que estar necesariamente alineadas con las prestaciones de la tarjeta gráfica del PC al que vamos a conectarlo. En este escenario de uso nuestro presupuesto puede ser un factor muy limitante porque los monitores con las resoluciones más altas, las frecuencias de refresco más ambiciosas y la calidad de imagen más cuidada no suelen ser económicos. En cualquier caso, estos son nuestros consejos para ayudaros a dar con el vuestro:

El punto de partida que os proponemos en lo que se refiere al tamaño y la resolución es el mismo que os hemos sugerido en el escenario anterior: un monitor de 24 pulgadas 1080p. Nosotros descartaríamos los monitores con un tamaño inferior a este. Una pantalla de 27 pulgadas con resolución QHD o superior es una opción más atractiva si encaja en vuestro presupuesto y vuestra tarjeta gráfica os ofrece el rendimiento adecuado a esta resolución.
Actualmente podemos encontrar en las tiendas un abanico muy amplio de monitores con una frecuencia de refresco de 144 Hz. Si vuestro presupuesto os permite acceder a uno de ellos podréis disfrutar imágenes más suaves y un control más preciso que en las pantallas de 60 Hz, dos beneficios que en algunos juegos pueden marcar la diferencia. Los monitores Full HD con este refresco son relativamente asequibles, pero los QHD a 144 Hz son sensiblemente más caros. Y los 4K UHD aún mucho más.
Como hemos visto, los paneles TN nos ofrecen el mejor tiempo de respuesta posible (1 ms), pero algunos monitores IPS y VA consiguen igualar esta marca y tienen una calidad de imagen global más alta. Eso sí, son sensiblemente más caros a mismo tamaño y resolución. El presupuesto que tengáis condicionará necesariamente vuestra elección, pero, elijáis la tecnología de panel que elijáis, si sois jugadores exigentes os sugerimos que no os decantéis por un monitor con un tiempo de respuesta superior a 4 ms.

Los paneles con relación de aspecto 21:9 y las pantallas curvas no solo son atractivos en los equipos para ofimática; también pueden ofrecernos una experiencia estupenda con juegos porque incrementan nuestra capacidad de inmersión.
El procesado de contenidos HDR10 también es bienvenido en este escenario de uso, aunque es importante que la capacidad de entrega de brillo del monitor esté a la altura. Lo ideal es que entregue como mínimo 300 nits y que su relación de contraste típica sea de al menos 1.000:1.
Con los juegos las tecnologías de sincronización adaptativa marcan la diferencia. Gracias a ellas podemos combatir con eficacia el tearing y el stuttering, como hemos visto unos párrafos más arriba, por lo que es una muy buena idea elegir un monitor que sea compatible con G-SYNC de NVIDIA o FreeSync de AMD, dependiendo de la tarjeta gráfica que hayáis elegido para vuestro PC.

Monitor para creación de contenidos
Si vamos a utilizar nuestro PC, sobre todo, para retocar fotografías, editar vídeo o realizar infografía, entre otros posibles escenarios de creación artística, nos interesará especialmente que el panel sea capaz de reproducir el color con la máxima precisión posible. En este escenario de uso no son relevantes ni el tiempo de respuesta ni la frecuencia de refresco, pero sí lo es la resolución, y, sobre todo, la calidad del panel. Estos son nuestros consejos para ayudaros a encontrar el monitor para creación de contenidos idóneo:

Como hemos visto unos párrafos más arriba, el punto de partida que os recomendamos en esta categoría es un monitor de 27 pulgadas con resolución QHD. Si vuestro presupuesto os permite acceder a una pantalla con resolución 4K UHD, aún mejor. El nivel de detalle que el monitor es capaz de recuperar es muy importante si trabajamos con imágenes en general, y con fotografías en particular, por lo que merece la pena apostar por un panel con la máxima resolución posible y un tamaño en consonancia.
La tecnología de panel por la que nos interesa decantarnos en este escenario de uso es, con total rotundidad, IPS. Y si el panel tiene una profundidad de color de 10 bits, y no de 8 bits, mucho mejor porque será capaz de entregarnos una reproducción tonal más fidedigna, que es una característica muy importante en un monitor para creación de contenidos.
Los espacios de color más interesantes para la creación artística son Adobe RGB y DCI-P3, por lo que es importante que sepamos qué cobertura nos ofrece en cada uno de ellos el monitor que a priori nos gusta.
Es importante que nos cercioremos de que la pantalla que nos interesa puede ser calibrada con precisión mediante hardware porque solo así podremos estar seguros de que el panel restituye los colores de una manera fidedigna. También merece la pena que valoremos si junto al monitor vamos a recibir el necesario kit de calibración (si contiene un colorímetro, mejor que mejor) y la visera que puede ayudarnos a minimizar los reflejos sobre la pantalla y a percibir mejor el color.



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Moil El teclado y el ratón

El teclado y el ratón



El abanico de periféricos que nos prometen ayudarnos a sacar más partido a nuestro PC es muy amplio, pero hay tres de los que ningún usuario puede prescindir. No importa para qué vamos a utilizar nuestro equipo; sin un monitor, un teclado y un ratón, en cualquiera de los formatos en los que están disponibles estos periféricos, un PC sería completamente inútil. Del monitor hemos hablado con bastante profundidad en la anterior entrega de esta guía, pero aún no hemos prestado al teclado y al ratón la atención que merecen.

El teclado, a fondo: cómo elegir el que resuelve mejor nuestras necesidades
Los teclados han caminado de la mano de la informática doméstica desde sus inicios. Los primeros ordenadores personales de IBM, Sinclair, Apple, Commodore o Atari, entre otros fabricantes pioneros, recurrieron a teclados mecánicos y de membrana regidos por unos principios de funcionamiento muy similares a los de los teclados que utilizamos actualmente. Pero esto no significa en absoluto que el desarrollo tecnológico no haya tenido ningún efecto en los teclados. Década tras década sus mecanismos se han sofisticado, su ergonomía se ha refinado y su construcción se ha depurado, lo que ha provocado que hoy elegir el teclado adecuado entre un abanico de opciones sorprendentemente amplio sea un auténtico reto. Esperamos que este artículo os ayude a salir airosos de él.

Tipos de teclados: membrana, mecánico e híbrido
La característica de los teclados que suele tener un impacto más profundo en nuestra experiencia es el sistema utilizado para conseguir que la presión que nuestros dedos ejercen sobre él provoque el accionamiento de las teclas, por lo que comenzaremos indagando en los tres mecanismos más utilizados actualmente. El esquema de funcionamiento de los teclados de membrana es bastante sencillo debido a que bajo la superficie de plástico de cada tecla reside una fina lámina de silicona o plástico que se deforma cuando ejercemos presión sobre ella.

La simplicidad del sistema utilizado para accionar las teclas provoca que el precio de los teclados de membrana sea sensiblemente más bajo que el de los mecánicos

Bajo esta membrana superior hay un conductor que se desplaza hacia abajo al pulsar una tecla, atravesando una segunda capa con unos orificios que permiten que el conductor de la membrana superior entre en contacto con las pistas conductoras alojadas en la superficie de una tercera capa, la membrana inferior. Al entrar en contacto los conductores de las membranas superior e inferior se cierra un circuito que permite el paso de la corriente eléctrica, lo que es interpretado por el microcontrolador del teclado como la pulsación de una tecla. El microcontrolador no es más que un programa que a grandes rasgos se encarga de identificar qué tecla o teclas hemos pulsado en un instante determinado para enviar una señal con esa información a nuestro PC y desencadenar las acciones oportunas en el sistema operativo y las aplicaciones.



Los teclados de membrana tienen ventajas, y también inconvenientes. La simplicidad del sistema utilizado para accionar las teclas provoca que su precio pueda ser muy competitivo, por lo que actualmente podemos encontrar sin dificultad teclados de este tipo con unos precios muy bajos. Además, su funcionamiento es bastante silencioso gracias también al sistema de accionamiento de las teclas, y suelen ser ligeros. Pero no todo son bazas. Lo que les resta atractivo es que la membrana superior de las teclas poco a poco va perdiendo elasticidad, por lo que habitualmente después de unos cinco millones de pulsaciones las teclas comenzarán a fallar. Por otro lado, su esquema de funcionamiento provoca que apenas tengamos una respuesta táctil a la pulsación, lo que para algunos usuarios puede resultar molesto. Y si no ejercemos la presión necesaria para que las superficies conductoras de las membranas superior e inferior entren en contacto la pulsación de la tecla no tendrá ningún efecto.

Los teclados mecánicos pueden incorporar interruptores con propiedades diferentes que nos proporcionan una experiencia también distinta

El esquema de funcionamiento de los teclados mecánicos es muy diferente del sistema de accionamiento utilizado por los dispositivos de membrana. En vez de recurrir a las tres finas membranas de las que hemos hablado unas líneas más arriba utilizan unos interruptores mecánicos (switches) que trabajan de una forma muy similar a los interruptores de encendido y apagado que podemos encontrar en muchos electrodomésticos o a los interruptores de la luz. Cuando los accionamos, sencillamente, permiten el paso de la corriente eléctrica, y a partir de ahí el microcontrolador del teclado entra en acción tal y como hemos descrito cuando hablábamos de los teclados de membrana.



Una característica muy interesante de los teclados mecánicos consiste en que pueden incorporar interruptores con propiedades diferentes que nos proporcionan una experiencia también distinta. Además, cada tecla tiene su propio interruptor, por lo que es posible cambiarlo por uno nuevo si se estropea sin necesidad de que nos planteemos comprar un nuevo teclado solo porque una o varias teclas hayan dejado de funcionar. En cualquier caso, lo más interesante es que cada interruptor tiene unas propiedades únicas que nos invitan a elegir el teclado mecánico con los switches que encajan mejor en la experiencia que buscamos. Estas son las características más importantes de los interruptores mecánicos:

Recorrido: identifica la distancia que existe entre la posición que adopta una tecla cuando no ejercemos presión sobre ella y la posición en la que se encuentra cuando la presión es máxima. Punto de actuación: coincide con la posición exacta del recorrido de una tecla en la que el microcontrolador lleva a cabo el registro de la pulsación. Para que la presión que ejercemos sobre un interruptor desencadene la pulsación de una tecla no es necesario que completemos todo el recorrido.
Fuerza de actuación: refleja la presión que debemos ejercer con nuestros dedos sobre la superficie de las teclas para que la pulsación sea registrada por el microcontrolador. La unidad de medida que se utiliza para cuantificar esta fuerza es el centinewton (cN), que es la centésima parte de 1 newton (1 newton = 100 centinewtons).
Sensación táctil: es la respuesta que percibimos cuando ejercemos presión sobre las teclas. Puede ser lineal, de manera que nuestra sensación no varía a lo largo de todo el recorrido de la tecla; táctil, de forma que se produce una ligera vibración justo en el punto del recorrido en el que se lleva a cabo la activación de la pulsación; o con clic, de manera que cuando se produce la activación la tecla emite un leve chasquido que podemos escuchar.



Actualmente hay varios fabricantes de interruptores para teclados mecánicos con un abanico amplio de soluciones que nos proponen experiencias diferentes. Para conseguir que las prestaciones de cada interruptor sean distintas estas marcas actúan sobre los parámetros en los que acabamos de indagar. Razer, Logitech, Greentech, Kailh, Outemu, Gateron, TTC o KBtalking son solo algunas de las empresas que están especializadas en la fabricación de interruptores para teclados mecánicos. Hay un sinfín de fabricantes, pero entre todos ellos destaca la compañía alemana Cherry no solo porque es la más veterana; también es la que tiene algunos de los interruptores de más calidad y la que otras marcas toman como referencia para evaluar las prestaciones de sus propios productos. La siguiente tabla resume las características de algunos de los interruptores que podemos encontrar en el catálogo actual de Cherry:

CHERRY MX BLUE CHERRY MX RED CHERRY MX BROWN CHERRY MX BLACK CHERRY MX SPEED SILVER CHERRY MX GREEN CHERRY MX WHITE CHERRY MX SILENT RED
SENSACIÓN Táctil y sonoro Lineal Táctil Lineal Lineal Táctil y sonoro Táctil Lineal
FUERZA DE ACCIONAMIENTO 60 cN 45 cN 55 cN 60 cN 45 cN 80 cN 55 cN 45 cN
PUNTO DE ACTUACIÓN 2,2 mm 2 mm 2 mm 2 mm 1,2 mm 2,2 mm 2 mm 2 mm
RECORRIDO 4 mm 4 mm 4 mm 4 mm 2,4 mm 4 mm 4 mm 4 mm
CLIC SONORO Sí No No No No Sí No No
La experiencia que nos propone un teclado mecánico es muy diferente a la que nos ofrece un dispositivo de membrana. La respuesta que obtenemos cuando presionamos una tecla en uno de ellos nos ofrece más información porque percibimos un estímulo táctil que se ve acompañado por un ligero estímulo sonoro en forma de leve clic si elegimos algunos de los interruptores que acabamos de revisar en la tabla. Además, la vida útil de los interruptores es muy prolongada, pudiendo alcanzar los de mejor calidad los 50 millones de pulsaciones; la resistencia que ofrecen al desplazamiento a lo largo de todo el recorrido suele resultar agradable, lo que contribuye a que su funcionamiento sea suave; y, por último, que no menos importante, se pueden limpiar con facilidad gracias al espacio que dejan los interruptores entre la base de las teclas y la superficie del teclado.

Pero no todo son ventajas. Y es que los teclados mecánicos son más caros, voluminosos, pesados y ruidosos que los de membrana. Aun así, en algunos escenarios de uso encajan como un guante. Para jugar la mejor opción es, sin duda alguna, un teclado mecánico gracias a la respuesta táctil y auditiva que nos ofrece la pulsación de las teclas, aunque, como hemos visto en la tabla, también existen interruptores silenciosos. En este escenario de uso también es un punto a favor de los teclados mecánicos su durabilidad, la posibilidad de cambiar los interruptores y personalizarlos, y, sobre todo, su capacidad de activar varias teclas simultáneamente. Una tecnología muy interesante implementada por algunas marcas en sus teclados mecánicos es el antighosting o key rollover, que persigue, precisamente, garantizarnos que podremos presionar a la vez varias teclas sin que ninguna de ellas quede enmascarada y no llegue a activarse. Con los juegos esto es crucial.

Los teclados mecánicos no son apetecibles solo para jugar. El estímulo táctil y auditivo que nos ofrece la pulsación de las teclas puede tener un impacto beneficioso en la redacción de textos, la programación y en cualquier otra aplicación que conlleve un número elevado de pulsaciones

No obstante, los teclados mecánicos no son apetecibles solo para jugar. El estímulo táctil y auditivo que nos ofrece la pulsación de las teclas puede tener un impacto beneficioso en la experiencia de las personas que los utilizan para redactar textos, programar o para cualquier otra aplicación que conlleve un número elevado de pulsaciones por minuto. Los teclados de membrana, como hemos visto, tienen a su favor un precio más bajo, una mayor ligereza y un volumen inferior, pero lo que puede marcar la diferencia a su favor para algunos usuarios es lo relativamente silencioso que es su funcionamiento. Lo ideal es que antes de elegir uno u otro valoremos con calma las bazas y los inconvenientes de cada tecnología para elegir aquella solución que resuelve mejor nuestras necesidades.

Un tercer tipo de teclado bastante extendido que también nos interesa conocer son los modelos híbridos, que implementan la activación de las teclas mediante unos mecanismos que pretenden combinar las ventajas de los interruptores mecánicos y los dispositivos de membrana. Suelen utilizar unos interruptores semimecánicos que llevan a cabo la activación de las teclas gracias a una membrana, de manera que la respuesta táctil que obtenemos es muy similar a la que nos ofrecen los interruptores mecánicos puros. Sin embargo, los interruptores semimecánicos son sensiblemente más baratos que los mecánicos, lo que ocasiona que los teclados híbridos tengan habitualmente un precio más competitivo. Eso sí, la presencia de la membrana provoca que no tengan una vida útil tan larga como la de los teclados mecánicos.

Los teclados TKL son más compactos debido a que prescinden del bloque numérico de los teclados con formato estándar
Otra característica importante de los teclados que nos interesa considerar antes de elegir el que nos va a ayudar a sacar el máximo partido posible a nuestro PC es su tamaño. Los teclados con formato estándar incorporan en la parte superior una hilera de teclas de función y en el extremo derecho un bloque de teclas numéricas que les permiten respetar a pies juntillas el formato extendido que desarrolló IBM en 1987. Estos dispositivos son los que tienen más teclas, y, por tanto, son también los más voluminosos. Los teclados en formato TKL (esta sigla procede del término en inglés TenKeyLess), sin embargo, son sensiblemente más compactos debido a que prescinden del bloque numérico alojado en el extremo derecho de los teclados con formato estándar. Tienen aproximadamente el 80% de las teclas de un dispositivo tradicional, pero los hay aún más pequeños.

Para reducir al máximo su tamaño algunas marcas han lanzado teclados que eliminan, además del bloque numérico, las teclas de función; las flechas de cursor; las teclas AvPág, RePág, Inicio y Fin; e, incluso, reducen el espacio físico entre las teclas al mínimo posible, imitando así a los teclados de los ordenadores portátiles. Dependiendo de la cantidad de teclas que incorporan a estos últimos dispositivos se les conoce como teclados 75%, 60% o 40%.

La ergonomía tiene un impacto enorme en nuestra experiencia
El teclado es, junto al ratón, el periférico de entrada que más vamos a utilizar durante el tiempo que invertimos en nuestro ordenador. Por esta razón es importante que, además de prestar atención a todo lo que hemos desarrollado hasta ahora, nos fijemos en su ergonomía debido a que su diseño puede tener un impacto perceptible en nuestra salud cuando afrontamos sesiones de uso muy largas. Uno de los puntos débiles de algunos teclados es la oscilación transversal de la que adolecen sus teclas. Los que recurren a interruptores mecánicos de calidad apenas se ven afectados por este problema, pero en algunos teclados de membrana la oscilación que se produce en las teclas cuando ejercemos presión sobre ellas y realizan su recorrido puede acabar provocándonos tensión en los músculos del antebrazo y molestias en la muñeca. Lo ideal es que esta oscilación no exista. O bien que sea mínima.

La ergonomía de los teclados puede tener un impacto perceptible en nuestra salud
Aunque son relativamente poco frecuentes, algunas marcas han lanzado teclados ergonómicos que dividen las teclas en dos secciones ligeramente inclinadas respecto a un eje central. De esta manera podemos presionar las teclas de la sección izquierda en un ángulo confortable para la mano izquierda, y lo mismo sucede con las de la sección derecha y la mano derecha. La experiencia que nos proponen estos teclados no gusta a todo el mundo, pero no es mala idea probarlos para averiguar si nos encajan o no.

Otro accesorio interesante con el que cuentan algunos dispositivos es un reposamuñecas que reduce la tensión y la fatiga en nuestras muñecas cuando afrontamos sesiones muy largas porque evita que queden suspendidas en el aire. Con el reposamuñecas sucede lo mismo que con los teclados ergonómicos: tiene firmes defensores, y también detractores críticos con el aspecto que da al teclado. Por esta razón os sugerimos que en la medida de lo posible probéis vuestro próximo teclado antes de comprarlo. Sabemos que con frecuencia no es fácil, pero merece la pena intentarlo para cerciorarnos de que invertimos nuestro dinero en un dispositivo que nos va a ofrecer la experiencia que buscamos.



Con cable o inalámbrico: ventajas e inconvenientes de cada opción
En este terreno no hay secretos. Todos sabemos que los teclados inalámbricos nos ofrecen una libertad a la hora de adoptar una postura o de colocarnos a cierta distancia de nuestro PC que con frecuencia no son posibles si utilizamos un teclado con cable. Además, nos ayudan a mantener nuestro escritorio más despejado por razones obvias. Eso sí, nos obligan a depender de las pilas, o a preocuparnos de exponer el teclado a la luz si elegimos un modelo alimentado por energía solar. Todo esto es bastante evidente, pero hay algo que no lo es tanto y que nos interesa conocer si estamos decididos a utilizar nuestro teclado sobre todo con juegos.

Si queremos que nos ofrezca la mejor experiencia posible en este escenario de uso lo ideal es que optemos por un teclado con cable. La conexión utilizando uno o dos enlaces USB, o incluso el antiguo puerto PS2, nos garantiza que el ghosting del que hemos hablado un poco más arriba no va a ser un problema debido a que cada enlace USB estándar nos permite enviar la señal de hasta 10 teclas simultáneamente. Curiosamente, la conexión PS2 no impone ninguna restricción, por lo que nos permite presionar a la vez tantas teclas como queramos. Y, además, la conexión con cable no puede verse degradada de ninguna manera por las interferencias que podrían arruinar una partida si nos decantamos por un modelo inalámbrico. Por todo esto nuestro consejo es que si vais a jugar con frecuencia os decantéis por un teclado mecánico con cable que tenga la mejor calidad que os podáis permitir.

El ratón, a fondo: cómo encontrar el que encaja mejor en nuestro día a día
Acabamos de comprobar lo importante que es elegir un teclado que se acomode como un guante tanto al escenario de uso en el que lo vamos a utilizar como a nuestros hábitos, pero todos sabemos que hay otro periférico de entrada que es igualmente relevante: el ratón. Dar con el idóneo exige por nuestra parte un esfuerzo equiparable al que tenemos que hacer para encontrar el teclado ideal, pero confiamos en que lo que os estamos a punto de explicar os lo ponga un poco más fácil.

De bola, óptico o láser: cómo funcionan estos ratones
La experiencia que nos propone un ratón está condicionada en gran medida por la tecnología que utiliza, por lo que a los usuarios nos interesa estar mínimamente familiarizados con su sistema de funcionamiento para que podamos elegir aquel que resuelve mejor nuestras necesidades. Los ratones clásicos, los de bola, han sido superados en gran medida por los dispositivos ópticos y láser de los que vamos a hablar enseguida, pero, aun así, es interesante conocerlos. Su corazón es, como podemos intuir, una bola de unos pocos centímetros de diámetro que gira a medida que desplazamos el ratón por nuestro escritorio.

Los ratones ópticos y láser recurren a un esquema de funcionamiento muy diferente al de los dispositivos de bola
El movimiento de giro de la bola provoca que giren también dos pequeños rodillos dentados alojados dentro del ratón sobre los que un diodo proyecta un haz de luz. La velocidad con la que las muescas de los rodillos permiten o no el paso de la luz y el giro o no simultáneo de ambos rodillos es interpretado por un pequeño circuito integrado colocado en la placa de circuito impreso del ratón. Este chip es capaz de transformar los pulsos luminosos generados por el desplazamiento mecánico del ratón sobre la mesa en la información que describe el movimiento del puntero en la pantalla. Lo siguiente que hace es enviársela a nuestro PC para que el controlador del ratón actúe sobre el desplazamiento del puntero con la máxima inmediatez posible.

Los ratones ópticos y láser recurren a un esquema de funcionamiento muy diferente al de los dispositivos de bola. De hecho, para recoger el movimiento no recurren a elementos mecánicos, por lo que son esencialmente electrónicos. Los ratones ópticos tienen en la base un diodo LED que emite un haz de luz hacia la superficie por la que los desplazamos. Buena parte de esa luz se refleja, atraviesa una lente y es capturada por un receptor fotosensible CMOS alojado dentro del ratón y parecido al sensor que podemos encontrar dentro de una cámara de fotos. Este último dispositivo trabaja en tándem con una lógica electrónica diseñada para interpretar la información recogida por el fotorreceptor, transformándola en los datos que describen el movimiento del puntero en la pantalla. A partir de aquí sucede lo mismo que con los ratones de bola: esos datos son enviados a nuestro PC para que el puntero responda a nuestro movimiento con la máxima precisión posible.



Los ratones láser funcionan de una forma muy similar a los ópticos. También recurren a un sensor CMOS fotosensible, pero, a diferencia de los ópticos, el elemento que proyecta el haz de luz sobre la superficie sobre la que desplazamos el ratón es un láser de baja potencia. La luz que emiten tanto el diodo LED de los ópticos como el láser de estos últimos ratones es infrarroja, por lo que no podemos verla. Curiosamente, como acabamos de ver, ambas tecnologías son de naturaleza óptica, por lo que no es del todo correcto llamar a unos ratones ópticos y a los otros láser. Ambos son dispositivos ópticos, pero esta forma de identificarlos al menos nos permite distinguirlos sin esfuerzo, así que seguiremos utilizándola en adelante. Un apunte más: una forma sencilla de entender cómo funcionan los ratones ópticos y láser consiste en contemplarlos como dispositivos capaces de fotografiar la superficie por la que los desplazamos y de analizar esas instantáneas para identificar cómo los estamos moviendo.

Aunque, como acabamos de ver, funcionan de una forma muy parecida, las prestaciones de los ratones ópticos y láser son diferentes. Los de tipo láser tienen a su favor la posibilidad de utilizarlos casi sobre cualquier superficie sin que su capacidad de lectura de nuestros movimientos se vea afectada (funcionan incluso sobre el cristal), pero los ratones ópticos han avanzado mucho durante los últimos años y los modelos más sofisticados también funcionan muy bien sin necesidad de utilizar una alfombrilla sobre un abanico muy amplio de superficies.

Por otro lado, los ratones láser suelen tener una resolución más alta (veremos qué es este parámetro en la siguiente sección del artículo), pero los ópticos nos ofrecen un control más preciso cuando los desplazamos a una velocidad muy alta, que es lo que solemos hacer cuando jugamos. Por esta razón, actualmente ninguna de estas tecnologías se impone claramente a la otra. Para jugar nosotros preferimos los ratones ópticos (LED), pero en los demás escenarios de uso ambas tecnologías son igualmente interesantes, por lo que os recomendamos que valoréis sobre qué superficie vais a utilizar el vuestro para elegir la tecnología idónea.

La sensibilidad de un ratón: qué es y por qué es importante
Si echamos un vistazo a las características de cualquier ratón comprobaremos que una de las especificaciones que más publicitan las marcas es su sensibilidad. La mayor parte de los fabricantes mide este parámetro en puntos por pulgada (ppp), pero lo correcto sería hacerlo en CPI (Counts Per Inch o conteo por pulgada) debido a que este valor refleja cuántos puntos es capaz de identificar el sensor del ratón cuando se desplaza sobre una superficie de una pulgada. Como podemos intuir, cuantos más puntos consiga percibir más precisión nos ofrecerá, pero, curiosamente, un ratón con más sensibilidad no nos ofrece siempre un control más preciso. Si el sensor no tiene la calidad suficiente para separar la información útil del ruido cabe la posibilidad de que esa elevada resolución contribuya a incrementar el nivel de ruido, lo que provocaría que en ocasiones el control se vuelva menos preciso. Incluso errático.

La mayor parte de los fabricantes mide la sensibilidad de sus ratones en puntos por pulgada (ppp), pero lo correcto sería hacerlo en CPI ('Counts Per Inch')

Apostar por un ratón con una sensibilidad elevada puede ser útil si utilizamos un monitor de alta resolución o varios monitores simultáneamente debido a que un pequeño desplazamiento del ratón sobre la superficie de nuestra mesa nos permitirá mover el puntero más distancia en la pantalla de nuestro PC. Un valor de, por ejemplo, 1.000 CPI nos está indicando que el sensor de nuestro ratón es capaz de identificar 1.000 puntos cuando lo desplazamos sobre una superficie de una pulgada, por lo que ese movimiento se traducirá en un desplazamiento de 1.000 píxeles del puntero en la pantalla de nuestro ordenador en la dirección adecuada.

Si el valor CPI fuese superior a esta cifra y desplazamos el ratón una sola pulgada, tal y como acabamos de hacer, el puntero en la pantalla recorrería una distancia mayor que antes a pesar de que el movimiento del ratón ha sido idéntico. La mayor parte de los ratones tiene una sensibilidad nominal, pero suelen permitirnos manipularla para ajustarla con bastante precisión a nuestras necesidades. Para ilustrar esta prestación con un ejemplo real podemos fijarnos, por ejemplo, en el ratón MX Master 3 de Logitech. Su sensibilidad nominal es 1.000 CPI pero los usuarios podemos ajustarla a nuestro antojo en incrementos de 50 CPI dentro del intervalo que se extiende entre los 200 y los 4.000 CPI. ¿Nuestro consejo? Empezad utilizando la sensibilidad nominal, y si necesitáis modificarla hacedlo poco a poco hasta que déis con el valor que os ofrece el control con el equilibrio óptimo entre precisión y comodidad.

El ratón ergonómicamente idóneo es el que resuelve mejor nuestro agarre
Cada persona coloca su mano sobre el ratón de una manera ligeramente diferente. Dependiendo de la zona de nuestra mano y nuestro antebrazo que soporte la máxima tensión podremos afrontar sesiones prolongadas de una forma más o menos placentera, por lo que es muy importante que el diseño ergonómico de nuestro ratón resuelva correctamente la forma en que colocamos nuestra mano sobre él. Las posturas más frecuentes son el agarre con la palma (palm grip), el agarre en forma de garra (claw grip) y el agarre con los dedos (fingertip grip). Podéis ver estas tres posturas en la ilustración que tenéis un poco más abajo.

Las posturas que adoptamos con más frecuencia son el agarre con la palma, el agarre en forma de garra y el agarre con los dedos
Los usuarios que de forma natural agarran su ratón con la palma reposan sobre él tanto esta parte de su mano como los dedos, por lo que la tensión recae sobre la muñeca y el antebrazo. Esta no es la postura idónea para jugar porque nos ofrece poca precisión al realizar movimientos. Los ratones idóneos para estas personas son aquellos que tienen una protuberancia que les permite apoyar la palma de la mano sobre él con comodidad. También hay personas que agarran el ratón solo con la base de la palma y las yemas de los dedos, desviando la tensión hacia la muñeca. Esta postura les permite llevar a cabo movimientos más precisos, pero provoca más fatiga en sesiones de larga duración. Lo ideal es que quien utiliza este agarre elija un ratón alargado que les ayude a incrementar la superficie en contacto con la mano.

El último agarre que nos interesa conocer es el que mantiene únicamente las yemas de nuestros dedos en contacto con el ratón. Nos ofrece la precisión más alta, por lo que es la postura recomendada para jugar, pero también es la que genera el estrés más intenso sobre la muñeca y el antebrazo. Por esta razón no debemos optar por este agarre cuando utilizamos nuestro PC durante muchas horas consecutivas. El ratón idóneo para las personas que usan esta postura es aquel que tiene un tamaño comedido y una superficie lo más plana posible.



Con o sin cable y su formato: ventajas e inconvenientes de cada opción
Ha llegado el momento de tomar las últimas decisiones. Todo lo que mencionamos unos párrafos más arriba cuando hablamos de los teclados con cable y los modelos inalámbricos se lo podemos aplicar también a los ratones. Los inalámbricos nos ofrecen una libertad de movimientos total sin que la presencia de un cable nos moleste lo más mínimo. Además, la latencia de los enlaces Bluetooth actuales es lo suficientemente baja para que este parámetro no sea un problema ni siquiera cuando jugamos y necesitamos que la precisión de nuestros movimientos sea máxima. Pero, eso sí, dependemos de las pilas o la batería para mantenerlo operativo, por lo que cabe la posibilidad de que nos deje colgados en un momento inoportuno.

Los ratones con cable nos permiten despreocuparnos completamente de las pilas y la carga de la batería. Además, su latencia es tan baja que es casi inexistente, pero el precio a pagar es, como todos sabemos, la presencia de un cable que puede llegar a molestarnos, sobre todo si necesitamos llevar a cabo movimientos bruscos y amplios (algo que los jugones necesitan hacer con frecuencia). Una última característica a la que también os recomendamos prestar atención es el formato de vuestro próximo ratón. Además del diseño tradicional existen ratones verticales y trackballs que dan prioridad a la ergonomía por encima de otras prestaciones, por lo que podrían ser atractivos si necesitáis afrontar sesiones de trabajo maratonianas con vuestro ordenador. Decidáis lo que decidáis os animamos a que en la medida de lo posible intentéis probar el ratón que os gusta antes de comprarlo. Sabemos que con frecuencia no es posible, pero merece la pena intentarlo.


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