Hay jornadas que nunca se olvidan.
Días históricos que por suerte o por desgracia permanecen en la
retina para siempre. En la historia más o menos reciente del
Espanyol, algunos de esos
episodios podrían ser la final de
Copa ganada al Zaragoza en el Santiago Bernabéu en el 2006, el
subcampeonato de la UEFA del año siguiente en Glasgow o el
regreso a Europa sellado el curso pasado con una victoria ante la Real Sociedad en la última jornada. Aquel triunfo en Cornellà provocó el
delirio y la invasión del estadio de centenares de hinchas pericos. Parecía el inicio de algo muy bonito. Catorce meses después, la euforia ha dado paso a la
depresión.
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