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No está entre las mejores películas de la historia, pero la aplaude desde el espectador más ocasional al experto cinéfilo. No es una comedia sofisticada ni «culta», pero sí de culto. «Aterriza como puedas» cumple 40 años este 2020 como un referente del humor con un estilo tan absurdo como icónico. Sus directores, Jim Abrahams, Jerry Zucker y David Zucker, conocidos como los ZAZ, triunfaron con su ópera prima y se ganaron un hueco en la industria cinematográfica, aunque siempre acotados a su particular nicho de comedia. Con «Aterriza como puedas» comenzaron su carrera como directores, y más adelante se fueron repartiendo la tarea tras la cámara y como productores. Pero lo importante no es tanto lo que había detrás como su obra: «Top Secret!», «Ruthless People» (de infame título en castellano, «¡Por favor, maten a mi mujer!»), «Agárralo como puedas» o «Hot Shots!» (dirigida solo por Abrahams) están en el olimpo de las comedias absurdas y más que menos, todo el mundo recuerda alguno de los chistes de esas películas. Aterriza como puedas Y es que los ZAZ se hicieron famosos por insertar un gag cada 30 segundos. El tiempo justo para que el público pudiera escuchar el chiste, reírse, relajarse y esperar la llegada del siguiente. Como una ola. Eso sí, igual que el mar, algunos de esos chistes golpeaban con más fuerza. De hecho, un grupo de fans analizó los 178 gags que aparecen en la película. Aquí recogemos siete de esos momentos que hoy en día, bajo el filtro de lo políticamente correcto, hubieran tenido difícil encaje en la gran pantalla. «Elegí mal día para dejar de fumar» (y de beber, y de esnifar pegamento...) Hoy en día, es más fácil ver una escena explícita de tortura o de sexo que a un protagonista fumar. El tabaco ha quedado relegado como una seña de identidad del personaje negativo de la trama. Y a veces, ni eso. Por ejemplo, Netflix anunció que en las series y películas con calificación TV-14 o PG-13 o inferior, el tabaco desaparecerá. Incluso el cigarrillo electrónico. Por eso ver al cascarrabias de Steve McCroskey, el supervisor de la torre de control, volviendo a caer en todos sus vicios es casi un acto subversivo. Tanto como para un «millennial» ver en pantalla a gente fumando en el interior del avión. Sexo oral con la azafata El mito de las relaciones sexuales entre pilotos y azafatas llevado al extremo de forma paródica y brillante. «El piloto automático se está deshinchando», grita Elaine Dickinson (la actriz Julie Hagerty) a la torre de control, que le indica dónde está la boquilla manual por la que debe hinchar al muñeco que hace las veces de piloto automático. Mientas Elaine se desvive por llenarlo de aire (se imaginan dónde está la válvula), el doctor Rumack (Leslie Nielsen) entra en la cabina y los descubre en mitad del acto. Después, azafata y «piloto» se fuman un cigarro despeinados con cara de satisfacción. Una «cosificación» que hoy levantaría ampollas. Paliza a una mujer Una pasajera se pone nerviosa por la situación y el resto de la cabina se confabula para «tranquilizarla» a golpe de puñetazos. La idea de la mujer histérica (una caricatura difícilmente justificable ahora) la resuelven los ZAZ con un gag en el que cada pasajero, uno detrás de otro, aumentan la intensidad de los golpes con nuevas herramientas. Incluida la monja. Los negros que hablan «slang» Entre los pasajeros hay dos afroamericanos que hablan en «slang», jerga callejera que se convierte en otro idioma a oídos de la azafata blanca. La forma en la que caricaturizan la forma de hablar de los negros hoy hubiera generado polémica en Estados Unidos, aunque por suerte los ZAZ no tienen ninguna estatua con su nombre en el país. Eso sí, lo resuelven como siempre, con brillantez: una señora mayor, engalanada con perlas y bien peinada, se ofrece a hacer de traductora. Cuando ellos se ponen a insultarla por «carroza», esta les responde tirando de acento callejero. (En la versión en castellano, la señora llama a los negros «liendres ahumadas»). Las minorías religiosas (y el papel de la monja) La entrada de Ted Striker (Robert Hays) en el aeropuerto es una de las más divertidas. A cada metro le asaltan diferentes representantes de religiones para pedirle ayuda, a lo que él termina respondiendo a golpes. Desde la iglesia de la de la Conciencia a los Hare Krishna o los testigos de Jehová, todos aparecen como verdaderos pesados pidiendo limosna al pobre piloto en persecución del amor de su vida. Frente a ellos, el papel de la monja. Una pasajera que igual se poner a revisar la revista «The Nuns` life» como a pegar a la mujer para tranquilizarla. «¿Te gustan las películas de gladiadores?» ¿Un hombre adulto en posición de poder «coqueteando» con un niño? Pues a esa provocación se atrevieron los ZAZ con el piloto regalando una maqueta a un niño al que invita a ver la cabina y al que pregunta si alguna vez ha visto a un adulto desnudo o si le gustan las películas de gladiadores. Encima, con la complicidad de la azafata, que cuando ve el percal no salva al niño. Un deportista en una parodia Hakeem Olajuwon, uno de los grandes jugadores de la NBA de todos los tiempos, se presta a un divertido papel de nuevo con el niño de antes como compinche. En este caso, el niño es el que vacila al jugador, del que dice que su padre lo tiene como un mal tipo que solo se esfuerza en los playoffs. Al final, Hakeem, que antes había negado ser quién realmente era, se enfada y «descubre» su identidad. Hoy en día, con los contratos que manejan los equipos de fútbol y baloncesto, y viendo cómo los directores de comunicación de los clubs encapsulan a sus jugadores, no permitirían a un jugador aparecer en una película paródica en la que se ríen de su juego, de la franquicia a la que representa y encima con escenas polémicas. Porque seguro que algún «ofendidito» por alguna otra escena acabaría pidiendo un boicot viral en las redes. Por suerte, en 1980 las redes sociales no existían.
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