En la corta distancia, más que su físico interminable, hay algo de Naomi Campbell, que hoy llega a los 50, que impresiona y es una voz grave que sabe modular como un doblador de cine igual que sabe perfectamente cómo sacarle todo el partido del mundo a su físico con una cámara delante. Uno de la recuerda en una suite del hotel Arts de Barcelona hace unos años, en el verano del 2001, cuando se empeñó en montar un show en el Palau Sant Jordi que aunaba moda y música en apoyo de la Fundación del que fue su gran amigo Nelson Mandela, que por cierto no pudo acudir a Barcelona. Ella y su electricidad llenaban toda la estancia.
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