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Niall Ferguson, historiador escocés afincado en Estados Unidos, me ganó en 2011 con su libro «Civilización» y desde entonces le sigo. Allí explicaba con clarividencia cómo los europeos, un atajo de brutos en el Medievo comparados con civilizaciones como la china, se erigieron contra pronóstico en señores del mundo a partir de 1500. Ferguson atribuía su triunfo a lo que parafraseando el lenguaje informático llama «cinco aplicaciones letales»: la competencia entre los estados-nación, germen del capitalismo; el imperio de la ley, la ciencia, la medicina, el consumo y la ética de trabajo. Europa empieza a pagar el haber olvidado dos de esas herramientas: la inventiva y la laboriosidad.A Ferguson le anda hoy en la cabeza el rol del régimen chino...
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