La guerra de Troya fue más que el rapto de Helena por parte del petulante Paris de Orlando Bloom y el pelo de Alejandro Magno distaba mucho de la peluca que le colocaron a Colin Farrell. Tampoco los emperadores romanos ordenaban la muerte de los gladiadores con un pulgar y, por supuesto, los espartanos no combatían semidesnudos, porque «eran valientes, pero no tontos». «Iban cubiertos por armaduras de bronce, como casi toda la infantería hoplita griega», explica Guillermo Díaz, autor de ‘Grandes batallas en la pantalla’ (Edaf), un libro donde desmonta algunas de las muchas mentiras con las que Hollywood ha convertido la historia militar de la Antigüedad en «puro entretenimiento». El rigor y la fidelidad desaparecen para dar más...
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