Camilo José Cela siempre escribía a mano. No sabía mecanografiar y tampoco se atrevía a usar el ordenador que tenía en casa. «Cuando me enfrento con máquinas de esa clase –ordenadores, incluso automóviles–, soy como alguien que viniera de un país muy lejano y remoto», respondió a 'The Paris Review' cuando le preguntaron sobre su rutina de trabajo: «Los miro con desconfianza y no los toco por miedo a que me den calambres». Eso no le ocurría cuando escribía con pluma estilográfica, bolígrafo, lápiz o rotulador, lo que fuera. Con este tipo de cosas no era supersticioso ni maniático.Su único temor era quedarse sin papel o tinta: «Un joven periodista me preguntó en cierta ocasión: «¿Piensa usted escribir hasta que...
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