Primer largo (y no muy largo, apenas hora y media) de la directora australiana Natalie Erika James, que utiliza con notable destreza las claves del género de terror para contar una historia que tiene más que ver con el deterioro de la edad y con los estragos de la soledad que con los terrores de las casas 'encantadas' y las familias desencantadas. Los personajes son tres, una abuela con evidentes síntomas de estar poseída por una extraña realidad, y su hija y su nieta que acuden a la casa semiabandonada en varios sentidos, el principal el de los nexos familiares.El argumento, lleno de disonancias y agujeros narrativos que se pueden llenar por su vocación metafórica, transcurre esencialmente en los interiores, pasillos, trastiendas y dependencias reales o psicóticas que filma una cámara tan precisa como elusiva y malintencionada para producir angustia y, a quien esté por la labor, miedo. Valoración de ABCPlayOti Rodríguez Marchante Emily Mortimer y Bella Heathcote, hija y nieta, llevan el peso de esa angustia, pero es la veterana Robyn Nevin, con su cara de 'volverlo a hacer' en cualquier momento, la que le escupe el vitriolo a una historia que se podría haber planteado de varias maneras e incluso otro género más abiertamente dramático o social. Así, funciona, emite sensaciones sobre la vejez, aunque quizá pele demasiado el cable hasta convertir la demencia en lo demencial.
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