La primera gran guerra de Europa se libró en la actual España hace más de 5.000 años

[valalca]

¿Había guerras ya en el Neolítico? Un estudio parece confirmarlo.

En el año 1985, una excavadora trabajando en la expansión de un camino cercano a Laguardia, Álava, hizo un descubrimiento arqueológico que desconcertó a los investigadores de la época. Lo que parecía un enterramiento masivo emergió a la luz, con cientos de restos óseos apilados de manera caótica. Este hallazgo, en el yacimiento conocido como San Juan Ante Portam Latinam, parecía encajar con la interpretación inicial de una fosa común, posiblemente vinculada a una masacre ocurrida en el Neolítico. Sin embargo, décadas después, un nuevo estudio liderado por la investigadora Teresa Fernández de la Universidad de Valladolid ha vuelto a analizar estos restos con técnicas forenses modernas, sugiriendo una narrativa mucho más intrigante y violenta: la posibilidad de la primera gran guerra de Europa.

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Localización y muestra del yacimiento donde se han encontrado los cuerpos con daños de guerra. Fernández Crespo, T. et al. 2023.

Una guerra en la Edad de Piedra

En aquel refugio, al resguardo de la ermita de San Juan Ante Portam Latinam, yacen los restos de al menos 338 individuos, datados mediante radiocarbono entre 5000 y 5400 años atrás, durante la transición del Neolítico europeo. Estos restos, predominantemente masculinos y jóvenes, han sido objeto de análisis exhaustivo en un estudio cuyos resultados han sido publicados en la revista “Scientific Reports”. La revelación clave es que aproximadamente una cuarta parte de estos individuos presenta heridas traumáticas, incluyendo fracturas en cráneos y agujeros provocados por impactos contundentes, flechas y piedras.

En los primeros días tras el descubrimiento en la década de 1980, la idea de conflictos a gran escala en el Neolítico no era ampliamente aceptada entre los arqueólogos y prehistoriadores. Sin embargo, la revisión actual de los restos ha desafiado esta perspectiva. La investigadora Teresa Fernández, especialista en violencia en el pasado a través de la osteoarqueología, destaca que la cuarta parte de los individuos enterrados presentan heridas que no cicatrizaron antes de la muerte, lo que sugiere una violencia directa y mortal. Las heridas, documentadas con detalle en este nuevo estudio, incluyen fracturas en cráneos y muescas en huesos que coinciden con el tamaño de flechas encontradas entre los cuerpos. El análisis forense revela un patrón distintivo en las heridas craneales, indicando posiblemente el uso de mazas o piedras en enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Además, se encontraron decenas de hojas de sílex, similares a puñales, así como hachas y otras armas de hueso. Este descubrimiento es particularmente notable ya que en ese momento aún no se había descubierto la metalurgia en la región, y todas las armas eran de piedra y hueso.

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Ejemplo de lesiones en cráneos no cicatrizadas. Fernández Crespo, T. et al. 2023.

La primera gran guerra de Europa

En el aspecto de las armas a distancia, se hallaron medio centenar de puntas de flecha. Aunque no todas han sido analizadas en detalle, la mayoría muestra signos de desgaste en sus contornos, indicando que fueron utilizadas en combate. Lo más intrigante es que estas puntas de flecha se encontraron entremezcladas con los huesos, y al menos diez de ellas se ajustaban perfectamente a los cráneos y huesos, lo que anima a pensar que eran proyectiles enemigos incrustados en los cuerpos de los caídos. Este fenómeno único en la prehistoria europea sugiere un nivel de violencia y confrontación que va más allá de lo que se había imaginado anteriormente.

El antropólogo forense Francisco Etxeberria, quien participó en la identificación de la primera flecha en 1999, señala que este yacimiento ha sido atípico desde el principio y representa la evidencia más contundente de violencia en la prehistoria. Aunque inicialmente se tomaron sus teorías con escepticismo, las marcas de flechas y las heridas evidentes han consolidado la imagen de San Juan Ante Portam Latinam como un sitio de violencia prolongada y organizada.

La interpretación inicial de un evento único, posiblemente una masacre indiscriminada, ha sido revisada. La datación por radiocarbono no permite precisar si todas las muertes ocurrieron en una única batalla o en enfrentamientos sucesivos en un conflicto prolongado. A pesar de las incertidumbres temporales, los investigadores creen que este yacimiento podría representar la primera gran guerra de Europa, ocurrida casi 2000 años antes de la previamente conocida en las riberas del río Tollense, en Alemania.

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Ejemplo de puntas de flecha prehistóricas. Didier Descouens / Wikimedia

Un giro en la historia bélica

La novedad de este estudio radica en la escala y la naturaleza del conflicto. Los resultados sugieren que al menos el 23,1% de los individuos estudiados presentan lesiones traumáticas, y el 10,1% tiene heridas no cicatrizadas, indicando la posibilidad de muertes inmediatas a causa de estas heridas. Además, la mayoría de las lesiones afectan a hombres adolescentes y adultos, un 44,9% de los 107 identificados, sugiriendo un alto grado de participación masculina en el conflicto.

Este descubrimiento plantea preguntas sobre la naturaleza de las guerras en el Neolítico europeo, tradicionalmente consideradas como enfrentamientos a pequeña escala. La alta proporción de lesiones, el uso de armas a distancia y el hecho de que las heridas no cicatrizadas indican un conflicto prolongado desafían las percepciones previas. La arqueóloga Teresa Fernández plantea la posibilidad de que la existencia de diferentes grupos culturales en la región, con modos de vida y prácticas funerarias distintas, fuera una fuente de tensión y competencia que condujo a este conflicto letal.

Además, la presencia de mujeres y niños con signos de violencia agrega una capa de complejidad a la narrativa. Fernández sugiere que, dada la alta mortalidad de hombres adultos en conflictos previos, los adolescentes y mujeres podrían haber sido reclutados para reemplazar a los caídos. Esta teoría plantea cuestiones fascinantes sobre la organización social y la dinámica de género en estas sociedades prehistóricas.

En conclusión, el yacimiento de San Juan Ante Portam Latinam en Álava, España, no solo es un tesoro arqueológico sino también un rompecabezas que desafía las percepciones convencionales sobre la violencia en el Neolítico europeo. Este estudio, basado en análisis forenses de alta precisión, presenta evidencia de un conflicto prolongado y organizado, posiblemente la primera gran guerra de Europa, ocurrida hace unos 5000 años. La presencia de heridas causadas por flechas, mazas y otros objetos contundentes sugiere un nivel de violencia sofisticado y formalizado en estas antiguas comunidades. Este descubrimiento resalta la importancia de revisitar y analizar colecciones arqueológicas con las últimas metodologías y enfoques, ya que puede arrojar nueva luz sobre eventos clave en la historia humana.

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Parece que habrá que adelantar centenares de años el inicio de las primeras guerras de la humanidad. Wikimedia.

muyinteresante.es / Fran Navarro, 06 febrero 2024