¿Qué siento al leer los artículos que escribió Carmen Laforet en los años 50? En primer lugar, me viene a la mente la voz, el gesto y la sonrisa de mi madre. Incluso el aroma de sus cigarrillos, olvidados sobre una mesa. Yo no había nacido entonces, pero reconozco muchos temas, situaciones, amores y anécdotas que vivían en el día a día familiar, al hilo de los recuerdos espontáneos que enhebran el pasado con el presente y lo vivifican. Esto no interesará a nadie, excepto a mí, pero me permite certificar al lector lo que sin duda él percibirá directamente, esto es, que en efecto Carmen era así, tal como aparece en estas páginas, que no hay sombra de artificio, construcción...
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