«Cuando crezca, seré una niña». Sasha, de siete años, ni siquiera necesita hablar para desmontar debates y polémicas. Su mirada de Gioconda alegre, sus silencios y su llanto por el dolor que sufre en el colegio conmueven de una manera directa, que desarma. La segunda puñalada al corazón la recibe el espectador del amor incondicional e insuperable de su madre. También de su padre, pero la lucha de ella por la felicidad de la criatura haría llorar a un ministro de Hacienda. Karine no esconde que pasar por algo así «es una faena». Lo compara con una discapacidad y sabe que todos van a sufrir. Y además se siente culpable hasta por haber deseado una niña cuando estaba embarazada. ¿Y si...?Puede que el lector se sienta incómodo ante la perspectiva de ver una película documental sobre una niña 'trans' francesa, una chiquilla 'atrapada en el cuerpo de un chico', como se suele decir y se dice. Si hablamos de disforia de género, como diagnostica la psiquiatra, el plan no parece más atractivo, pero conocer a Sasha es lo mejor que ofrece la cartelera esta semana, y eso que se estrena una película como 'Minari', llamada a triunfar en los Oscar. Resulta casi siempre sospechoso cuando un documental con causa empieza a ganar los premios a pares. Suele recompensarse el bien social al que aspira, más que la calidad cinematográfica. Sébastien Lifshitz hace un trabajo excepcional, sin embargo, que puede gustar por más tradicional que sea el espectador.Sasha, en 'Una niña' - Nadie acepta a Sasha, pese a que es un ángel sin sexualidad. Los chicos la rechazan y las niñas la consideran demasiado femenina. En el colegio la quieren «encarrilar». En la intimidad que alcanza la película con la protagonista no cabe el morbo. Puede que la fuerza extra que tiene la cinta es que ella sea consciente de todo. Su valentía es tremenda. Cuando le cuentan que por fin podrá ir al colegio vestida de niña, su corazón se derrite en silencio ante los ojos de la cámara. No es posible lograr esa reacción tan contenida y potente con una actuación. Sasha tiene la suerte de vivir en una familia normal, cariñosa y protectora, y Lifshitz tiene la fortuna de haber encontrado a una niña especial. La pequeña no actúa ni finge. La cámara nos muestra su mirada cándida y necesitada. Tampoco hay política ni ideología en la película, que ni se aproxima al tono de denuncia, aunque a los padres les irrite la postura del colegio en algunos aspectos. Buscar su identidad para un niño nunca es fácil. A veces es especialmente complejo, pero como dice el padre de Sasha, los adultos «se empeñan en complicarlo y es patético». La película no va de una niña o niño 'trans', sino de una persona diferente, algo que el cine y la literatura siempre han sabido explicar mejor que los expertos. Valoración de ABCPlayFederico Marín Bellón
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