Son ya dos semanas largas de Cataluña en general y Barcelona en particular en efervescencia, con contenedores como trincheras, comercios asaltados, cajeros en llamas y choques entre las fuerzas de seguridad y turbas de jóvenes debidamente pertrechados para ganar la pelea, tanto por la estrategia de guerrillas urbanas como por las armas que utilizan, que igual pueden ser adoquines arrancados del asfalto que señales de tráfico. Una auténtica orgía de destrucción y amedrentamiento del vecindario que contempla desde sus ventanas el espectáculo, no pudiendo hacer otra cosa que echar un chorro de agua al incendio más próximo. Mucho más difícil lo tienen los mossos, que aparte de no tener bastantes efectivos ni material para la batalla, tienen que andarse con...
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