Siempre se ha dicho que el papel lo aguanta todo. Pues resulta que el lenguaje, todavía más: el pomposo título de Estado del Bienestar es buena muestra. Frente al concepto cristiano de que el hombre debe ganarse su destino a lo largo de la vida, ha surgido un pensamiento por el que la existencia ha de ser un camino de rosas y el Estado, siempre benéfico, es el encargado de procurárselo. Esa teoría no es inane, deposita un enorme poder en el Gobierno y deja sin responsabilidad ni libertad a los ciudadanos, véase contribuyentes. Sin embargo, la realidad acaba de endosar dos sonoros mentís a tan amable doctrina: el Covid-19 y la última gran nevada. Resulta que la naturaleza es independiente de...
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