Javier Cercas: «Los secesionistas han conquistado el lenguaje»

[SHAKIRA]

'Independencia'. Así titula Javier Cercas la segunda entrega del ciclo de Melchor Marín, el 'mosso d’esquadra' de 'Terra Alta' (premio Planeta, 2019). Marín porta en su mochila de desgracias, el asesinato sin resolver de su madre. Retorna a Barcelona por un turbio asunto que entremezcla perversiones sexuales y política: la alcaldesa es víctima de una extorsión: si no deposita 300.000 euros se difundirá un video de alto voltaje sexual que arruinará una carrera política sostenida en el oportunismo populista. En torno al caso, tres hombres del poder nacionalista: Daniel Casas, exmarido de la alcaldesa y experto en comunicación; Enric Vidal, primer teniente de alcalde del consistorio barcelonés; y Gonzalo Rosell, concejal de la oposición y alguien que los conoció en su juventud cuando estudiaban en ESADE… El género policíaco como retrato descarnado de las elites que promovieron el golpe de 2017 y la fractura de la sociedad catalana. Con Cercas compartimos una visita a Gerona, cuando presentó su novela 'Las leyes de la frontera'. Aquel septiembre de 2012, la Cataluña secesionista emprendía la funesta travesía a Ítaca con Artur Mas de Moisés. Presidía la rueda de prensa el entonces alcalde Carles Puigdemont. Cercas anticipó el desastre que se cernía sobre Cataluña: «No soy independentista. Las aventuras me apasionan en cómics y películas, pero no en política: prefiero los países aburridos, no estropear lo que nos dejaron nuestros padres. Cuando el presidente Mas afirma que nos metemos en territorios desconocidos me estremezco. Un político no puede meterse en territorios desconocidos: si se estrella vamos todos detrás». Una periodista local dio a entender que sus declaraciones no serían bien recibidas. «En peores plazas hemos toreado», ironizó Cercas. Sentado en primera fila, apostillé: «Javier… también han prohibido los toros». Como afirma uno de los capitostes nacionalistas de 'Independencia', en 2012 «vivíamos hundidos en una crisis tremenda, la más fuerte en un siglo, y lo estábamos pasando muy mal. Muy mal. ¿Qué hicimos? Lo que debíamos hacer: sacar a la gente a la calle, con nuestros propios medios y con la ayuda inestimable de nuestro gobierno, para meter toda la presión al Gobierno de Madrid, ponerlo entre la espada y la pared y obligarle a resolvernos el problema». El procés: «Transformar una reivindicación de una minoría en una reivindicación de casi la mitad del país…» -Aquel 2012… -Allí empezó todo. Fue una sorpresa total. Nunca pensé que esto iba a ocurrir, lo digo con toda franqueza. Todo el ciclo “Terra Alta” surge del shock de 2017. Surge, también, de la necesaria la reinvención de uno mismo. Al publicar “El monarca de las sombras” tuve la sensación de que no podía continuar por ahí, de que ahí se acababa algo. Corría el riesgo de repetirme, lo peor que le puede pasar a un escritor. Planteé este ciclo como tetralogía: el tercer título está muy adelantado. -Barcelona está, como a finales de 2019, repleta de ronchas en el asfalto carbonizado… -Como Cataluña. Es muy fácil romper una sociedad y muy difícil volverla a unir. Esto va para largo. No soy optimista. Nadie que conozca la realidad puede ser optimista. Lo cual no quiere decir que no sea habitable. Ahora paso la mayor parte del tiempo en Verges, un pueblo del Ampurdán más independentista y no he tenido ningún problema. La cosa se calienta con los medios de comunicación, las redes sociales y los poderes públicos interesados en calentarla. El problema sigue ahí y va a tardar mucho tiempo en resolverse. -Ese «calentamiento» de la sociedad se cuenta en clave negra… -No estoy seguro de que sean novelas policiacas. No olvidemos a Borges: decía que todas las novelas son policiacas. Todas las mías, desde el principio de los tiempos, tienen algo de policiaco porque se plantea un enigma a resolver. En 'Terra Alta' e 'Independencia' es más visible, porque las protagoniza un policía… Quien crea que la novela policiaca es un género menor no sabe qué es la literatura. No existen géneros mayores o menores, sino formas mayores o menores. Solo existen dos tipos de novelas: buenas y malas. -Cataluña es el único lugar con un gobierno que abandona a su policía y pacta con quienes pretenden que la desarmen. ¿Qué opinaría el 'mosso d’esquadra' Melchor Marín? -Melchor no opina sobre estas cosas. No le interesa la política ni el politiqueo. Se la soplaría. Si quiere, le diré que opino yo: la policía es un instrumento democrático que los partidos políticos democráticos deben apoyar. Es una obviedad. Lo raro es que vivamos en un sitio en el que tengas que hacer estas preguntas. Los 'mossos' que yo conozco son gente muy profesional que intentan hacer bien su trabajo y mantienen una excelente relación con el resto de los cuerpos de seguridad del estado. Ahora están desconcertados. Los políticos intentan colonizar todas las instituciones para usarlas. Nuestro deber como ciudadanos es impedir que lo hagan. -Esa colonización favoreció la secesión desde las instituciones… -Así lo explica Vidal, el teniente de alcalde. La elite político-económica catalana se lanzó para presionar al gobierno central para salir de la crisis de la mejor forma posible. Sacaron a la gente a la calle con la utopía disponible de salir de España y crear un país maravilloso. Y la gente se lo creyó. Perdieron el control de la situación y ahora están asustados: «A la gente es facilísimo sacarla de casa… El problema es volverla a meter». Los secesionistas han conquistado el lenguaje, lo han hecho muy bien, no son tontos. Si conquistas el lenguaje empantanas la realidad. Todas las palabras bonitas son tuyas. Independencia es una palabra tan maravillosa como equívoca. De ahí el título. Debemos reconquistar el lenguaje. -'Independencia' no es solo una novela sobre el procés… -Yo describo el humus moral donde creció el procés. La novela es como el sexo: un placer, pero también una forma de conocimiento. Si no hay placer no hay literatura, no hay conocimiento. Conclusión: Si no te gusta leer, te acompaño en el sentimiento. 'Independencia' surge, como ya he dicho, del shock del procés: nunca creí que la Cataluña en la que vivo desde los cuatro años, un lugar privilegiado, acabaría partida en dos. Esa sensación es el carburante de la novela, pero el tema es la justicia: ¿Es legítima la venganza cuando la Justicia no nos hace justicia? La respuesta sería no, pero la literatura, además de proporcionar placer, tiene la obligación de sacar al lector de sus casillas. Y yo escribo en estas novelas lo que no podría escribir en mis artículos. -Si tuviera que resumirla… -Es la historia de un hombre de orígenes humildes, Ricky Ramírez, que busca la independencia personal de manera equivocada. Arrímate a los buenos y él se arrima a las elites, a los que tienen el dinero: estos lo usan como quieren y luego lo utilizan de papel higiénico. Es una metáfora de lo ocurrido en Cataluña: las elites exprimen a la gente y después la abandonan. Lo que dice Vidal, me lo dijo un empresario. La elite político-económica catalana es cínica e irresponsable. Les asusta que quemen contenedores, pero siguen votando a los mismos. Otra frase clave de la novela: «El catalán que no quiere la independencia, no tiene corazón; el que la quiere no tiene cabeza». La política no es cuestión de sentimientos, es cuestión de razón. -Cleptocracia clientelar… -Lo dice otro personaje entendido en ciencia política y sabe de lo que habla. En Cataluña existe un problema arraigadísimo de corrupción. No hubo alternancia política, la prensa no hizo su trabajo… Y una gran parte de catalanes creyó que eso no iba con ellos. -¿Quienes queman las calles buscan un muerto, la 'ulsterización' de Cataluña? -El procés se acabó en otoño de 2017 y en 'Independencia', que transcurre en 2025, se habla en pasado. Es posible que buscaran un muerto en aquellos momentos, pero ahora estamos en otra cosa. Aquello fue brutal: el choque de una parte del Estado contra el Estado. Ambiente prebélico y los mossos dudando. Lo de febrero de 2021 es muy aparatoso… Pero los políticos secesionistas saben que si vuelven a las andadas les van a quitar el dinero y si se lo quitan se acaba todo. -Usted habló de golpe de estado posmoderno… -Porque se hace desde el poder, como hizo Trump en el Capitolio, o pretendió hacerlo Boris Johnson cuando el Brexit. -A los secesionistas les molesta que les llamen trumpistas. -(Ríe) ¡La verdad no gusta a nadie!

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