Una vez se ponía delante del objetivo de
Jordi Cotrina, parecía no tener prisa. Leo Messi estaba relajado, cómodo, tranquilo. Había una silenciosa conexión, consciente de que luego (de inmediato miraba en la pantalla de la cámara el resultado) saldría un Messi que ni siquiera él mismo veía segundos antes. Entonces sonreía. ¿Otra más?, le pedía Jordi. Y Leo se le daba. Hasta durmió sobre un Balón de Oro. De sesión en sesión, aquí va un paseo por la trayectoria del astro en el Barça.
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