¿Es verdad que las abejas se comunican bailando?

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¿Sabías que las abejas pueden comunicarse entre sí mediante un baile que indica la distancia y la dirección de las fuentes de alimento? Descubre cómo funciona este fascinante sistema de comunicación animal.

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Las abejas se comunican bailando en vuelo — Bo1982 / iStock

Se dice que si las abejas desaparecieran, al ser humano le quedaría poco tiempo. Probablemente sea cierto en parte —quizá algo exagerado—, pero la buena noticia es que las abejas, en general, están muy lejos de extinguirse; una especie concreta, Apis mellifera, la abeja doméstica de la obtenemos la miel, es, de hecho, cada vez más numerosa.

¿Por qué bailan las abejas?

En la sociedad de la abeja, como en la humana, la comunicación es imprescindible. Las abejas, como las hormigas y otros insectos sociales, emplean feromonas para establecer una comunicación individual y cercana. Sin embargo, ciertos mensajes se comunican mejor de otra forma: bailando. Este baile no consiste en un conjunto de movimientos aleatorios, sino en una representación bien calculada y cuidadosamente medida.

Las abejas forrajeras, que es como los entomólogos denominan a las exploradoras de la colmena, tienen la tarea de buscar el alimento e informar a sus compañeras sobre sus hallazgos. Una vez descubierta una fuente rica en néctar o polen, la forrajera regresa a la colmena y realiza un baile muy específico.

¿Cómo bailan las abejas?

Uno de los estudios más extensos en este sentido lo llevó a cabo el entomólogo Fred C. Dyer, de la Universidad Estatal de Míchigan, hace más de 20 años. En él se aportaron pruebas sólidas sobre cómo las abejas codifican la información en el baile. La forrajera realiza una serie de movimientos en forma de figura de un ocho, con una fase considerada crucial conocida como la "fase de temblor". En ese momento, la abeja hace vibrar su cuerpo y mueve las alas a una velocidad que codifica la distancia al alimento. Además, el ángulo en el que la abeja realiza esta parte del baile en relación con la vertical indica, con sorprendente precisión, la dirección del alimento en relación con el sol.

El baile de la abeja es un ejemplo notable de cómo un animal puede transmitir información compleja de manera eficiente y precisa. La capacidad de las abejas para transferir datos exactos sobre la ubicación y la calidad de las fuentes de alimento es fundamental para la supervivencia y el éxito de la colmena.

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Algunas abejas silvestres también bailan — Knaupe / iStock

No todas las abejas son bailarinas

Al inicio hemos mencionado a la abeja melífera doméstica, que es en la que se han hecho la mayoría de los estudios. Una abeja que cada vez es más abundante. Pero esta es solo la cara de la moneda, en la cruz están las abejas silvestres, muchas de ellas amenazadas, por esa misma abeja melífera doméstica, que se extiende por todos los continentes salvo la Antártida y compite con fuerza por el mismo tipo de recursos.

En España hay más de 1100 especies de abejas conocidas, todas ellas importantes, y muchas en peligro de extinción. Desde las altas montañas hasta las costas soleadas de nuestro país, estos insectos contribuyen de manera imprescindible —aunque no exclusiva— a la polinización, un servicio ecológico indispensable para la perpetuación de numerosas especies vegetales.

No todas las abejas silvestres bailan. Las que tienen comportamiento social, como los abejorros del género Bombus, sí lo hacen —aunque con menos sofisticación—. Pero la mayoría de las especies españolas son solitarias. En estas especies de naturaleza independiente, cada abeja trabaja por su cuenta para recolectar alimentos y no necesita comunicar la ubicación de las fuentes de alimento a otras.

¿Baile innato o aprendido? El rol del aprendizaje social

El baile de las abejas, aunque pueda parecer un comportamiento instintivo transmitido genéticamente, también incorpora un elemento de aprendizaje social. Según un estudio muy reciente, liderado por el investigador Shihao Dong, de la Universidad de California en San Diego, las abejas jóvenes que no han tenido oportunidad de observar los bailes de otras abejas muestran deficiencias importantes en la ejecución correcta de los bailes.

Las abejas jóvenes que observaron a las bailarinas experimentadas, sin embargo, aprendieron a comunicar con precisión la ubicación —dirección y distancia— y la calidad de los recursos de manera más eficaz. Este fenómeno refleja la importancia del aprendizaje social en la evolución y eficiencia de las estrategias de forrajeo de las abejas.

El estudio de Dong y sus colegas, publicado en la prestigiosa revista Science, resalta que las abejas, a pesar de su pequeño tamaño, poseen una capacidad notable para el aprendizaje y la adaptación, lo que subraya la complejidad de su comportamiento social y comunicativo.

Mucho más que un simple baile

El baile de las abejas es un complejo entramado de comunicación que involucra múltiples sistemas sensoriales para interpretar y comunicar información. Dependen de la vista para orientarse con respecto al sol y para leer el baile de sus congéneres. Se sirven del equilibrio para percibir la gravedad y establecer ángulos respecto a la vertical. Las vibraciones y los sonidos generados por las abejas durante su baile son componentes cruciales que complementan la información visual. La comunicación sonora por vibración, sumada a funciones táctiles y, por supuesto, las feromonas, funcionan además como forma de reforzar la comunicación dentro de la colmena, donde la luz es limitada.

La integración de estos sistemas sensoriales en la comunicación de las abejas manifiesta una inteligencia y una capacidad de procesamiento que desafía nuestra comprensión tradicional de la cognición en los insectos. No solo se basan en instintos simples, sino que además procesan y comunican información de manera sofisticada, utilizando una combinación de señales visuales, táctiles, auditivas y químicas.

muyinteresante.es / Álvaro Bayón, 29 enero 2024