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Si logramos resucitar a un neandertal, ¿cómo sería su vida entre nosotros?
Si te cruzaras hoy día con un neandertal por la calle sin saber que no es de tu misma especie no notarías diferencia alguna que el resto de los humanos.
Somos hijos de nuestro tiempo. Una persona se define por sí misma y sus circunstancias. Según apunta todo cuanto sabemos hasta la fecha sobre los neandertales, si naciera uno en la actualidad no seríamos capaces de reconocerlo como neandertal. Por tanto, incluso superando los difíciles problemas éticos, ecológicos y técnicos que conllevaría la “desextinción” de una especie, en el caso de los neandertales es posible que no viésemos diferencia alguna entre su forma de vida y la que llevamos hoy día los sapiens. ¿Cómo se resucita a un neandertal? El estudio de la genética parece no tener límites más allá de los legales y éticos. La fantasía recreada en las películas de “Parque Jurásico” no es que esté cada vez más cerca, es que se ha realizado ya. No, nos referimos a traer a la vuelta dinosaurios, pero sí otras especies extintas más cercanas en el tiempo. En el año 2003, un equipo de científicos hizo posible el primer caso de “desextinción” de la historia: consiguieron hacer nacer una hembra de bucardo, un pariente de la cabra montesa cuya especie se extinguió en el año 2000. Desgraciadamente, solo vivió durante unos 10 minutos, siendo también la primera especie de la historia en extinguirse dos veces. Distintas empresas disputan su carrera particular para traer de nuevo a la vida animales extinguidos como el mamut o el dodo. Si es viable con estos animales, ¿lo sería también con especies humanas ya desaparecidas? La respuesta corta es que sí. Científicos como Helen Pilcher, doctora en Biología Celular por el Instituto de Psiquiatría de Londres, o George Church, de la Universidad de Harvard, proponen que devolver a la vida los neandertales podría ser una realidad: “Si comparas su ADN con el nuestro, ambos con 3.000 millones de caracteres, las diferencias son sólo de 10 millones. ¿La receta? Contamos con fósiles a los que podemos extraerles el ADN; con suficiente material, se reconstruiría informáticamente todo el genoma y se compararía este modelo con el del Sapiens; se editarían esos diez millones de diferencias utilizando la máquina MAGE, capaz de editar masivamente material genético; después, obtienes una célula con ADN neandertal en su núcleo. A partir de esa célula puede extraerse su material genético y reemplazarlo por el que se encuentra dentro de un óvulo. Después se le aplicaría electricidad con la esperanza de que se dividiera. Y luego, buscar a una mujer que esté dispuesta a ser la gestante subrogada, implantarle un embrión y decirle que esté muy tranquila los próximos nueve meses. Este proceso es peligroso para el embrión y la madre”. Uno más entre nosotros Está claro que para que el experimento tuviera éxito se requieren demasiados pasos complejos realizados de manera correcta, por lo que tecnológicamente aún estamos lejos de lograrlo. Con todo, suponiendo que hemos dado con la fórmula y acabamos presenciando el nacimiento de un neandertal en pleno siglo XXI, más allá del logro científico y tecnológico resultaría una decepción para muchos. El bebé neandertal se criaría en nuestro mismo mundo. Dando por hecho que recibe una educación y forma de vida de clase media en el mundo Occidental, sería una persona más entre nosotros, un joven con sus cuentas en redes sociales, su gusto particular por la música de moda, vestiría como el resto de su clase de su centro educativo y acabaría creciendo como uno más entre los sapiens. Pensar lo contrario suele estar relacionado con la idea errónea de que los neandertales eran seres más atrasados intelectualmente que nosotros, Homo sapiens, algo que no tenemos del todo claro. Los neandertales también fueron artistas que pintaron en cuevas. Tuvieron sus propios rituales. Estamos de acuerdo en que no avanzaron mucho en las herramientas que eran capaces de fabricar, pero nada hace indicar que un neandertal nacido hoy día no vaya a aprender a usar un smartphone tan rápido como lo hacen los niños sapiens. Sabemos que compartían con nosotros el gen FOXP2 o uno similar, por lo que todo apunta a que tenían las mismas capacidades lingüísticas que los humanos modernos. Como mucho, podría ser una persona más rechoncha y con la cabeza más grande, pero qué Homo sapiens no tiene un amigo o amiga con esta misma descripción. Por tanto, desde que el biólogo sueco-estonio Svante Pääbo se llevó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2022 por secuenciar el genoma de homínidos extintos como los neandertales, estamos un paso más cerca tecnológicamente de poder devolver a la vida a estos homínidos. Es por ello que en algunos ámbitos científicos y sociales ya se debate sobre la ética, utilidad, legalidad y posibilidades que conlleva traer de vuelta a una especie humana que se extinguió hace unos 30 000 años. muyinteresante.es / Fran Navarro, 22 enero 2024 |
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