Muere Ciudadanos, muere el vampiro de los defectos ajenos. Nunca acreditó las virtudes que reclamaba. El injerto de Rivera, el maquillaje de Inés. Muere el partido de la impostura, del simulacro. El que ha defraudado cada expectativa, cada esperanza. Clamorosamente en Cataluña, ruinosamente en el conjunto de España. Mataron al osito de peluche atravesándole un machete en la garganta. Nacieron de una idea libre y nítida y poderosa. Se hicieron los impolutos pero no cumplieron ni una promesa. Como el nacionalismo, degeneraron en populismo personalista. Todo en Rivera fue oportunismo y todo fue cálculo, injerto, ventajismo de quien siempre se creyó más listo que los demás y fue incapaz de demostrarlo. Ni Albert ni mucho menos Inés llegaron a entender...
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