Seguramente si el Comité Olímpico Internacional (COI) no hubiese rebajado el número de palistas que podía presentar España en los Juegos de Tokio nada de lo que ha pasado durante estos últimos días habría ocurrido. Pero sucedió y se armó la revuelta en los controles de selección, donde dos candidatos del
K4 500 del piragüismo español debían quedar fuera en un equipo de ensueño formado por campeones olímpicos (
Saúl Craviotto,
Marcus Cooper Walz y
Cristian Toro), mundiales (
Rodrigo Germane y
Carlos Garrote) y un subcampeón del mundo (
Carlos Arévalo). Y aquí empezó la guerra. De seis, solo podían quedar cuatro y todos, lógicamente, querían una plaza en la cita olímpica .
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