Ni hubo un desembarco como el de Normandía en Troya ni los emperadores romanos ordenaban la muerte de los gladiadores con un pulgar. Y, por supuesto, los espartanos no combatían semidesnudos, porque «eran valientes, pero no tontos». El rigor histórico desaparece en cientos de películas, que olvidan la fidelidad para convertirse en puro entretenimiento. Viste más un luchador «hermoso» que uno «deforme» y, sobre todo, cala en el imaginario popular, que suele confundir la historia inventada con la real. En el libro ‘Grandes batallas en la pantalla’ (Edaf), el diputado de Ciudadanos Guillermo Díaz desmonta las mentiras con las que Hollywood ha llenado de tópicos el séptimo arte y reivindica la historia de España, que daría para «50 películas que...
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