Su piano era inconfundible. Cuando se escuchaban sus escapadas de la estructura prevista en los lances melódicos y los mordientes de su teclado en ‘Spain’, era fácil imaginar frente al instrumento el rostro sonriente de Armando Anthony ‘Chick’ Corea, un jazzista sin contemplaciones, un improvisador sin freno y un artista que, en cada entrega ante el público, necesitaba asociarse con todos y recibir y responder a su complicidad. Era la misma cooperación que él afirmaba descubrir en el calor del murmullo y en la tensión del silencio.El próximo verano hará seis años que más de cuatro mil personas aplaudieron al músico en el único concierto que ofreció en España con la gira que le traía junto al también pianista Herbie...
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