Dicen, quienes conocen la dureza de las montañas, que el K2, pese a tener menos fama que el Everest, es la cumbre más difícil, el reto más complicado para cualquier alpinista, por mucha experiencia y por muy bueno que se sea, como era el caso de
Sergi Mingote. Un placa de hielo, un letal patinazo y una noticia que nadie, absolutamente nadie, querría haber escuchado o leído. Tenía 50 años e íntegras, como si fuera un dulce tesoro de juventud, las ganas de seguir escalando, de conquistar las montañas más increíbles y por continuar sumando 'ochomiles' en cualquier parte del mundo donde casi se pudiera tocar el cielo con las manos. Era sobre todo alpinista, pero también deportista de retos inverosímiles, ya fuera corriendo, yendo en bici o nadando. Y también político, un buen socialista como este sábado ya lo definían varios compañeros de su partido, el PSC.
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