Lideró a una liga de hombres extraordinarios, redujo a más villanos que Daniel Craig y, aun sin poder reinar, fue el rey de los ladrones. Desarmó al mafioso Stampanato cuando este, celoso por su química con Lana Turner, le amenazó con un arma. Casi nadie pudo matarlo, carisma al frente e imponente físico, herencia de su pasado como culturista. Hasta que llegaron una neumonía y un fallo cardiaco y se llevaron a Sean Connery para siempre a los 90 años. Así lo ha revelado el portal TMZ, donde se hacen eco del acta de defunción del actor, eterno agente 007 y el mejor James Bond de la Historia del Cine. Sean Connery, al que una demencia mantuvo apartado de las pantallas durante años pero no de los corazones de unos cinéfilos siempre admiradores del actor por sus interpretaciones en películas como «El nombre de la rosa», «Los intocables de Eliot Ness» o «La caza del octubre rojo», murió el pasado 31 de octubre a causa de una insuficiencia respiratoria provocada por la citada neumonía. El intérprete parecía no acusar el paso del tiempo desde hace años, acumulando arrugas como un roble eterno. Sn embargo, la vejez le pasó factura, y junto a la irregular frecuencia cardíaca y la fibrilación auricular complicó la delicada situación a la que ya estaba expuesto el actor. Por fortuna, la Parca solo pudo llevarse a Sean Connery mientras dormía; de otro modo, el rudo actor escocés a buen seguro le hubiera presentado batalla.
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