Ahora mismo, y tan sólo ha disputado dos partidos, el
Girona es un equipo sin rumbo. Una caricatura, cojo de efectivos, rezando por que
Stuani no haga las maletas en estas pocas horas que faltan para cerrar el mercado, cruzando los dedos para acertar en los refuerzos que aún faltan. El varapalo de la temporada pasada con el no ascenso a costa del Elche hizo daño. Tanto que todavía hoy se pagan las consecuencias en un proyecto que ya va tarde y lleno de dudas.
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