La Supercopa de Europa se ha convertido en un laboratorio para la UEFA, con Bayern de Múnich, Sevilla y la ciudad de Budapest como material de probetas. En juego habrá un trofeo (21.00 horas), pero sobre todo un experimento que muchos temen que salga mal. Las autoridades del fútbol europeo consideran el partido como una prueba sobre un eventual retorno del público a las gradas. En medio de un clima de aprensión extendido, un tercio de la capacidad del estadio de la capital húngara acogerá a un total de 20.000 aficionados.
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