Hace treinta años, Terry McMillan (Port Huron, Michigan, 1951) se puso el mundo editorial estadounidense por montera y, de paso, dio una lección a esos críticos que, de vez en cuando, se olvidan de los lectores. Llamando de puerta en puerta de cuantas librerías quisieran escucharla, sin ayuda de su editorial, convirtió su primera novela en un éxito. Era el comienzo de una fulgurante y meritoria carrera plagada de «best seller» multimillonarios, también en la gran pantalla, como «Esperando un respiro». Hoy, convertida en una de las grandes damas de la ficción estadounidense, sigue batallando como el primer día y escribiendo novelas que, en sí mismas, son una enseñanza de vida. La última de ellas, «No pienso ir cuesta abajo»...
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