«Sálvame» ha dado un giro desde que empezó la crisis por el coronavirus y las distintas ediciones del programa han ganado aún más audiencia. Su creador, Óscar Cornejo, fundador de la productora La Fábrica de la Tele, explica cuáles son las claves del éxito de esta adaptación a una situación tan imprevisible. P - ¿En qué momento vieron necesario dar una vuelta a los temas abordados en «Sálvame»? R - «Sálvame» siempre ha estado al servicio de sus espectadores. Vamos a remolque de sus demandas. Los primeros días de la pandemia nos desubicaron a todos. No sabíamos qué pasaba ni por qué. Nos vimos obligados a vivir una realidad nueva y dramática para la que nadie había previsto el libro de instrucciones. Enseguida vimos que era más necesario que nunca intentar aportar algunas claves para que nuestros espectadores y nosotros mismos entendiéramos lo que nos estaba sucediendo. P - ¿Cómo han evolucionado los temas tratados en estas tres semanas de encierro y a lo largo de las distintas ediciones? R - Al principio estábamos todos en shock y sólo buscábamos respuestas. Con el paso de los días empezamos a ver y a sentir cierta saturación de información sobre el coronavirus. La mayoría de canales actualizaban a todas horas el número de fallecidos y de contagiados. La tele empezaba a generar cierta angustia. Las válvulas de escape se habían reducido, así que decidimos ir recuperando nuestra esencia: el show neorrealista. Es nuestro nuevo reto: hacer de este encierro una locura divertida. R - Muchas veces hemos dicho que «Sálvame» es una terapia de grupo televisada. Quizás esa definición tenga ahora más sentido que nunca. P - ¿Cómo se hace la selección de temas con un equipo reducido y a distancia? R - Nada de lo que estamos hablando sería posible sin el formidable equipo que hace el programa. A pesar del miedo, de algunas bajas médicas y de tanto dolor e incertidumbre, siempre hemos tenido claro que había que hacer lo imposible para seguir acompañando a nuestros dos millones y medio de espectadores diarios. R - Evidentemente el programa no es el mismo porque las circunstancias impiden que podamos trabajar como antes. El equipo se ha dividido en dos y se va turnando cada semana para evitar concentrarse en la redacción. Así que la mitad trabaja desde la tele y la mitad desde casa. R - Llevar 11 años juntos nos ha beneficiado porque todo el mundo sabe qué tiene qué hacer y cómo. Las tripas de «Sálvame» son una maquinaria de muchísima precisión capaz de afrontar una situación inimaginable como esta. P - ¿Por qué optaron por un enfoque más esperanzador, sobre todo con la tercera edad? R - Porque son los mayores los que peor lo están pasando. Los que probablemente se sientan más solos. Son parte de nuestro público y creímos desde el primer momento que teníamos que ofrecerles un poco de luz y esperanza o por lo menos una sonrisa. Además, ¿tú has visto la edad de nuestros colaboradores? No somos un programa de milenials ni de modelos. P - ¿En qué momento descubrieron a Jesús Sánchez Martos y qué vieron en él, más allá de su experiencia profesional? R - Es doctor en Medicina y catedrático de Educación para la Salud en la Complutense. Además de eso sabe comunicar como nos gusta a nosotros, con rigor, pero sobre todo con mucha cercanía y pasión. R - Y también nos gusta que haya mostrado su lado más humano y frágil en el pasado. A «Sálvame» siempre le han caído bien los rebeldes. Luego, como siempre en televisión, es el público el que elige, el que decide si alguien le cae bien o mal, o si confía en él o no. Y nuestro público le ha puesto un sobresaliente. P - ¿Cómo se encajan las cuestiones sanitarias con el mismo equipo de colaboradores? R - Nuestros colaboradores son lo más parecido que hay en televisión a personas normales… ¡Y eso que son todos muy especiales! Me refiero a que son personas muy cercanas a la calle, muy empáticas, si tienen miedo lo dicen, si están felices lo dicen, y eso les acerca mucho a nuestro público. No saben de todo, pero sí les inquieta mucho lo qué está ocurriendo y se hacen las mismas preguntas que nuestros espectadores. Hablan con el corazón y, en tiempos de tanta confusión, ese lenguaje lo entiende la mayoría de la sociedad. R - En cualquier caso, si todo esto es posible es gracias al papel que está asumiendo Jorge Javier. Su implicación estos días es máxima y su habilidad para transitar de un tema más serio a otro más frívolo es impresionante. R - Además, la obligada reducción de colaboradores en plató ha tenido algunos efectos secundarios inesperados. Se ha reducido el ruido, por ejemplo. Se escucha más y se trata con máxima sensibilidad el contenido que se le ofrece al espectador. Es lo mínimo que podemos hacer por un país que vive en vilo, no solo por el virus, sino por la economía. R - Una vez más nuestros colaboradores están demostrando su talento y su enorme empatía con la situación excepcional que vivimos. Han aparcado la rivalidad y la lucha de egos y han entendido que en estos tiempos en los que no podemos abrazarnos físicamente, el abrazo debe ser moral, en forma de escucha, de agradecimiento, de enriquecimiento a través de los argumentos de los demás. P - ¿Es «Sálvame» el programa más «modelable» de Telecinco? R - No solo «Sálvame». Yo diría que el canal entero. Telecinco es quizás el canal más flexible y adaptable de todos. Y eso, sin duda, es una ventaja. R - Nuestros espectadores no ven nuestra tele, la viven. Hay un diálogo fluido y constante entre «Sálvame» y su público y, en consecuencia, una adaptación constante. Cinco horas de directo, cinco días a la semana, aportan mucha información del comportamiento del espectador ante nuestros contenidos.
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