Año de nieves, año de bienes. Es el mantra, sacado del sabio refranero español, que estos días, mientras miramos embobados el cielo, nos repetimos todos, tras haber despedido con poca fanfarria el funesto 2020. Y es, también, lo que espera la industria editorial de los próximos meses: una buena cosecha literaria. Pese a ser, quizás, el sector cultural que ha salido menos maltrecho de los estragos económicos derivados de la pandemia y, sobre todo, del estricto confinamiento, un año sin Sant Jordi, sin Feria del Libro de Madrid, sin campaña navideña en condiciones, con las librerías cerradas durante más de dos meses y la publicación de títulos detenida ese mismo tiempo, ha hecho mella en todos los que forman, y...
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