Por las ventanas del Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, donde ahora se encuentra concentrada,
Aina Cid (Amposta, 1994) no ve lagos ni ríos ni un bote con el que lanzarse al agua para remar y remar, a veces a la rápida velocidad de 36 paladas por minuto, junto a su compañera de fatigas,
Virginia Díaz. Solo observa la presencia de la cercana nieve y del frío invernal pero el horizonte despeja por fin unos Juegos Olímpicos, aplazados por la pandemia, y donde aspira a conseguir una medalla en compañía de
Díaz, como abanderadas de la selección española de remo.
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