Hay amores que duran vidas enteras. El problema es cuando lo hacen en un solo corazón
Podría decirte mil cosas: que estoy cagada de miedo, que no soy lo suficientemente valiente para renunciar a mi vida por algo incierto, que me da pánico volver a entregarme y que yo sólo sea un pasatiempo, una coña entre tus amigos o una conquista más en tu lista con la que fardar cuando llegue el fin de semana.
Podría decirte todas las veces que nos he imaginado follando, desgastándonos a mordiscos la piel y el alma, pero también podría decirte que son más las veces que nos he imaginado riendo a carcajadas en la encimera de mi cocina mientras a mí se me sale el helado por la nariz porque no puedes parar de hacer el tonto y a veces se me olvida que yo sólo sé ser feliz contigo.
Y decirte todas las veces que nos he imaginado en silencio en la cama con la respiración acompasada y los ojos cerrados mientras jugamos a perder y encontrarnos una y otra vez.
Aunque quizás tú ya lo sepas.
Puede que te imagines que cuando salgo a bailar todas las canciones me dicen que sólo baile contigo. Y que es tu cara la única que no se vuelve difusa entre el gentío.
Y ojalá lo sepas. Ojalá no tenga que decirte que te deseo de una forma tan salvaje que me asusta.
Y que aunque a veces se me quiera escapar un te quiero y tenga que apretar los labios para no decirte las ganas que tengo de todo contigo, sigue sin ser suficiente. Da igual lo mucho que te enfades o que me llames egoísta y me grites a la cara que prefiero la estabilidad de una mentira a la pasión de nuestra verdad.
Porque hay amores que duran vidas enteras. El problema es cuando lo hacen en un solo corazon